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Capítulo n. 4,

P R O B L E M A S

Cerraste la puerta de un portazo, los gritos resonaban por toda la casa, recorriendo las paredes llegando hasta tu cuarto, habías empezado a discutir con tu madre otra vez por lo mismo, además tu padre también había empezado a pelear con tu madre

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Cerraste la puerta de un portazo, los gritos resonaban por toda la casa, recorriendo las paredes llegando hasta tu cuarto, habías empezado a discutir con tu madre otra vez por lo mismo, además tu padre también había empezado a pelear con tu madre. Conseguiste librarte de tu disputa pero ahora eran ellos los que discutían causando un alboroto poco agradable.

Las peleas en tu casa eran bastante normales, tus padres eran algo explosivos sin embargo no era nada grave que llegase a ciertos extremos, solo que a veces era exasperante. Intentaste de todo para no escuchar como se insultaban mutuamente por cualquier tontería pero era imposible, golpeaste tu cara contra la almohada respirando profundamente deseando que se callasen. Te sorprendiste al ver como hubo unos segundos de silencio seguido de una risa, luego resoplaste al oír cómo volvían a gritar con algunas risas sarcásticas de por medio.

A veces pensabas que tus padres necesitaban ir a un psicólogo.

Te sentías mal tanto mentalmente como físicamente, entonces solo podías hacer una cosa cuando estabas en tal miserable estado. Cogiste una mochila para meter algo de ropa, cosas necesarias para tu aseo y un pijama. Abriste un poco la puerta de tu cuarto para percatarte de que aún seguían gritando, cerraste dejando una pequeña nota en tu escritorio.

Saliste a tu pequeño balcón que daba al patio trasero, saltaste al árbol con facilidad y bajaste ágilmente como un felino, era mejor no pasar por medio de tus padres o te retendrán por horas.

Todavía no estaba anocheciendo cuando saliste así que te daría tiempo de llegar a tu destino sin problemas por lo que pasaste por una tienda a comprar algunos comestibles, más que nada eran golosinas para compartir. Cuando llegaste al apartamento tocaste esperando pacientemente, su madre te abrió dejándote pasar, no necesitabas hablar para saber por qué estabas allí con tu mochila, esa señora te conocía como si fueras su propia hija, sin duda un amor de persona.

Subiste las escaleras, abriste la puerta tan conocida para ti y saludaste a Fukunaga que al parecer estaba jugando a algo en su ordenador portátil.

─¿Otra vez?

Preguntó cerrado su computadora, sonreíste rascándote la nuca, siempre huías a su casa cuando tus padres peleaban, en busca de alejarte de sus problemas, él siempre te acogía sin importarle, animándote con algunos chistes o hablando de algo que te guste.

─Estoy muy cansada.

Te tiraste sobre su cama cerrando los ojos, te sentías enferma de toda la situación, él se sentó a tu lado para acariciarte la espalda, dándote apoyo silencioso.

─Fuku —murmuraste contra su cama— cuéntame un chiste.

Estuvo varios minutos en silencio, seguramente pensando en uno especialmente malo, hasta que habló suavemente.

─Entra un ladrón en un banco con un gato y dice: arriba las manos o aprieto el gatillo.

Te quedaste callada por unos instantes hasta estallar en carcajadas, haciendo que él también soltara alguna risita, normalmente te contaba este tipo de chistes para hacerte reír y le sumaba el ser de gatos porque te recordaba a uno. Giraste para quedar a su lado sentada, ahora era tu turno de contar un chiste.

─¿Cuál es el animal que a la vez son dos animales? —negó sin saber— El gato porque es gato y araña.

Volvió a reinar el silencio hasta que otra vez comenzasteis a reír, estar con Shohei te hacía olvidar todos tus problemas sin importar lo graves que fueran, disfrutabas mucho su compañía. Su madre os llamó para bajar a cenar, pasaste una agradable comida charlando tranquilamente con sus padres, se podría decir que eran todo lo contrario a los tuyos. Te alegró el poder comer sin tirar cubiertos a la cabeza de alguien, sí, definitivamente llevarías a tus padres a un psicólogo cuando regreses a casa.

Después Fukunaga dejó que usases el baño primero para poder asearte, luego entró él y cuando salió agradeciste mentalmente a tu madre por haber visto aquel pijama de una pieza de gato negro, fue un regalo maravilloso para tu amigo, además podías ver la cosa más tierna del mundo ante tus ojos, no te contuviste mucho, terminaste espachurrando sus mejillas que se pusieron rojas de inmediato.

Para la media noche tu cuerpo se sentía increíblemente cansado por lo que tiraste de la manga del pijama de gato señalando la cama con una expresión de muerto, ahora Fukunaga era el que no podía evitar pensar que te veías linda de esa manera tan somnolienta.

─Beso de buenas noches. 

Alzaste los brazos con una sonrisa perezosa, esperando tu beso, justo antes de enredaros en las sábanas besaste su nariz fugazmente, él imitó tu acción y luego os recostasteis cómodamente para quedar profundamente dormidos.

Alzaste los brazos con una sonrisa perezosa, esperando tu beso, justo antes de enredaros en las sábanas besaste su nariz fugazmente, él imitó tu acción y luego os recostasteis cómodamente para quedar profundamente dormidos

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𝗦𝗲𝗲 𝗬𝗼𝘂 𝗟𝗮𝘁𝗲𝗿┃Fukunaga ShoheiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora