LA CARTA

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--Señorita, me presento ante sus ojos con la esperanza de que comprenda, pacientemente, los acertijos que encierro en mi contenido. Llevo sobre mi cuerpo el antojo de una mano temblorosa, que talló en mi ser las palabras que ahora transitan ante su mirada. Soy fiel portadora de este mensaje porque creo, en mi humilde opinión y sin parecer arrogante, que no existe nadie mejor que yo para llevar a cabo la proeza de enamorarte. No vengo a escondidas, no. Vengo como nací, sin sellos ni envolturas. Después de estos minutos y por el resto de nuestras vidas ya formo parte de usted. En este preciso instante, y para toda la vida, soy la cosa más afortunada de este y todos los mundos. He cruzado miles de fronteras hasta llegar hasta usted. Acépteme. Soy su verdadero amor.

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