[Shimazaki/Akutagawa]

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Pedido: Ayanakouji12

Cigarrillos

— ¿Qué estás leyendo?— preguntó el autor asustando a la joven que se encontraba muy inmersa en su lectura, por supuesto, en su hora de descanso.

— ¡Ay! Puta madre —murmuró exaltada antes de dirigirse al de ojos verdes—. Es Percy Jackson.

—¿Es bueno?

—Meh, cumple su función.

Sus ojos se fijaron en el contrario buscando una respuesta, las únicas veces que él sostuvo una conversacion lo suficientemente larga con ella fue cuando la bombardeo de preguntas tras su llegada.

— ¿Tienes los cigarrillos?

Así que era eso. Pensó.

—Shimazaki-san, no puedo conseguirle cigarrillos. —exclamó tratando de no cambiar su expresión amable ante la petición del hombre que parecía un tanto desesperado.

Toson sostuvo su mirada de pez muerto un par de segundos antes asentir y retirarse—. Ya veo.

La chica sostuvo el aire que contuvo por unos breves segundos, esos episodios empezaron a ocurrir con regularidad desde su llegada a la biblioteca imperial y ya la estaban hartando.

Pasaron un par de minutos cuando vió a Ryunosuke acercarse a su escritorio, quería huir pero por obvias razones no lo hizo. Dios, que no me pida lo que creo que me va a pedir.

—Akutagawa-san, ¿Qué tal? —preguntó la chica tratando de mantener la calma aún cuando estaba en crisis en su interior.

Su trabajo era atender la pequeña tienda dentro del edificio para ayudar y proveerles a los autores de los insumos necesarios sin negarles algo —o eso era lo que le había dicho el jefe bibliotecario—, sin embargo la señorita alquimista le advirtió seriamente sobre alimentar los vicios de los autores. ¿A qué jefe debía hacerle caso?

— Señorita, necesito que me haga un favor. — tomó su mano y en un gesto de súplica mirándola directamente a los ojos dijo: —¿Puede conseguirme una caja de cigarrillos?

Ella por su parte desvío la morada nerviosa, otro más. Sus pensamientos actuaron rápido buscando la excusa perfecta para engañar por el momento al adulto aprovechando su ingenuidad.

— Lo lamento Akutagawa-san pero por el momento...este...se dejaron de...fabricar...sí, fabricar por el momento.— contestó un nerviosa esperando haber engañado al varón.

— Ya veo. — soltó decepcionado, se despidió con una pequeña reverencia y salió del lugar para ir a quién sabe dónde.

Las siguientes semanas la siguieron acosando en diferentes horarios, justo cuando llegó a su límite decidió ir a un pequeño supermercado

Caminando por los pasillos de la biblioteca con expresión serena y sentidos alerta, la joven evitaba encontrarse cara a cara con alguno de los empleados permanentes del edificio, buscando a Akutagawa y a Shimazaki. El plan era simple, llevarlos a una zona apartada, conversar un poco con ellos y como si de una narcomenudista se tratase, entregar el producto para luego desaparecer; si, era muy simple.

Los encontró después de diez minutos, aparentemente Toson estaba acosando nuevamente a Ryunosuke con tal de satisfacer su curiosidad por lo que le ahorro parte del trabajo a la jovencita que no podía esperar más para quitarse a los autores de encima.

— Es lo único que les puedo dar —extendió la cajetilla frente al par de autores, nerviosa por los posibles resultados —. Tendrán que compartir.

Bien era sabido por cada uno de los habitantes de la biblioteca que Shimazaki y Akutagawa no podían llevarse bien, y era un riesgo que estuvo dispuesta a tomar desde el inicio a sabiendas que si la descubrían —principalmente la señorita alquimista— sería castigada.

Los dos vieron la pequeña caja luego se miraron entre sí, repitieron la acción cerca de cinco veces antes de tomar la cajetilla al mismo tiempo y lanzarse miradas filosas.

— ¡Oh! ¿Así que tu también pediste cigarrillos? — mencionó Shimazaki viendo con total interés al contrario que solo se limitó a soltar un bostezo.

Akutagawa sin ocultar su desprecio sostuvo con fuerza la pequeña caja guardandose los insultos que quería propiciarle a Toson.

Se alejó lentamente mientras veía al par discutir sobre quien tendría la fuente de su vicio, en otras circunstancias se estaría cagando de la risa al ver la seriedad de su discusión usando palabras complicadas y diferentes figuras retóricas como si estuvieran en un debate escrito, pero ahora mismo ella debía huir.

Ya puedo sentir mi descuento. Pensaba que las cosas no se iban a poner peor, tarde o temprano iban a descubrir su crimen, adiós al valor que reunió para ignorar las ordenes de su jefa. Mientras no me despidan.

Apretó el paso para después sentarse en su escritorio disipando los nervios, lo consiguió, o eso pensó.

— Así que fuiste tú la que les dió los cigarrillos. —dijeron sus espaldas, y la palidez volvió a su rostro al escuchar esa voz tan conocida.

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30/07/20

ʙᴜɴɢᴏᴜ ᴛᴏ ᴀʟᴄʜᴇᴍɪꜱᴛ  [ᴏɴᴇ-ꜱʜᴏᴛꜱ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora