Pérdidas...

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Territorio de Los Bombers Mc Ca:

Steelo:

Llegamos a aquel centro de salud con el corazón en un puño.

Noah parecía estarse desangrando.

El líquido rojo bajaba por sus muslos. Aunque las contracciones eran cada vez más fuertes y dolorosas, ella aguantaba con toda el alma las ganas de empujar.

Ahora lo sabía. Estaba abortando.

Con sumo cuidado Timber la depositó sobre una camilla y yo fui a registrarla en admisión.

— Todo estará bien, nena fresa— le decía el jefe Timber acariciando su rostro anegado por el sudor y las lágrimas.

En ese momento llegó la doctora, una mujer de mediana edad y se hizo cargo de ella.

— Tienes sangre en los pantalones, chaval— habló el jefe preocupado porque fuera mía.

Era la sangre que Noah había dejado en mi asiento del coche. La perra que nos acompañaba fue la que me sacó del estupor en que me hallaba cuando habló:

— ¿Está sufriendo un aborto? — Quiso saber totalmente incrédula.

Aquellas palabras se clavaron en mi corazón como puñales ardiendo.

— No lo sé— casi le grité furioso—. Ella estaba casada, ¿no?

— Sí, pero Grace me contó que Payton y ella, nunca llegaron a follar.

— ¡No sé lo que tenga, Valerie! Sinceramente, me importa una jodida mierda. Vamos, te llevo a tu casa. Tengo que quitarme esta ropa de encima.

— ¿La dejas sola? — preguntó el jefe.

— Está en un hospital. Imagino que avisarán a su familia— me puse en marcha— ¡Vamos, Valerie!

Cuarenta minutos tardé en ir y en regresar. Jamás había corrido tanto. Estaba con el corazón en un puño. Valerie tenía razón. Aquellos eran los síntomas de un aborto en curso.

¡Maldita sea, nena! ¿Cómo es que no me has dicho nada? ¿Cómo es que yo no me he dado cuenta? Pensé con ganas de matar y llorar casi al mismo tiempo.

— ¡Ya estoy aquí!, ¿se sabe algo?

— Nada. La doctora sigue con ella.

— Ok.

— ¿Qué pasa con Valerie? ¿Por qué no le has contado nada? — Quiso saber el jefe.

— Valerie trabaja con nosotros, aunque en otro departamento. Es prima de la amante de Payton Pierce, el aún marido de Noah. O lo que es lo mismo, ella son sus oídos y ojos en la clínica. Noah es bastante discreta con su vida y no quiere ser la fuente de chismes de nadie.

— ¿Qué sabes del padre del bebé?

— Que soy yo— reconocí y me derrumbé.

Me miró después de darme ese abrazo con el que me reconfortó y nos lo reconocimos con una mirada: Estábamos enamorados de la misma mujer.

Rato después salía la doctora, con el rostro serio. Sus ropas tenían sangre de Noah.

— ¿Es usted el marido de la joven? — Me preguntó. Y asentí tocándome la oreja izquierda—. Lo lamento mucho. No he podido hacer nada. El golpe que recibió fue tan fuerte que mató al feto. Lo ha perdido.

¡¡¡JODER!!!

— ¿De cuánto calcula que estaba? — Quise saber, aunque ya no fuera a ser padre.

Y comenzó con un beso +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora