Alda,
era la chica de las pestañas largas
y el pelo de plata
que sonreía de forma amarga cada mañana
cuando te veía sentado a su lado.
Alda,
era la chica los días miserables
y las noches interminables,
que se desgastaba pensando en las chicas
que alguna vez habías metido en tu cama.
Alda,
aquella que te amaba y te soñaba,
que se sentía como pez en el agua cuando la abrazabas,
que volaba con los ojos cerrado al estar a tu lado
la que bailaba descalza en el jardín de tu casa.
Alda,
la que se sentía desgraciada cuando te marchabas,
la que te reía todas tus gracias aun estando cansada,
la que lloraba cuando os enfadabais,
se sentía vacía si no estabas.
Alda,
quien creías conocer,
ya había cambiado de alma.
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Celdas abiertas de las que nadie escapa
RandomY todas tenían algo en común, una oscura taca de tinta en el papel de su historia.