Evana era una dama
que parecía que te amaba
cuando despertabas a su lado cada mañana
aunque ella no te hablara.
Evana era mágica,
una hermosa hada
y parecía que tenerte a su lado la alegraba
a cada momento que pasaba.
Evana era buena,
cuando fingía que te quería
y te miraba mientras dormías
en vuestra pequeña cabaña.
Evana era una extraña,
cada vez que por tu lado pasaba
sin mirar tu triste cara,
sin decirte siquiera una palabra.
Evana se había perdido
cuando despertabas.
Ya no te alegrabas.
Ni ibas a la cabaña.
Porque Evana, no estaba.
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Celdas abiertas de las que nadie escapa
RandomY todas tenían algo en común, una oscura taca de tinta en el papel de su historia.