Sola

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El humo de la cafetera se encargó de esparcir el aroma por toda la casa, avisando a Marcos de que ya estaba listo el café. Planeaba despertar a Aline con una taza de su bebida favorita; acompañada de unas tostadas francesas que aprendió a hacer gracias a un tutorial de You Tube.
Esta pequeña atención era simplemente su modo de redimirse por la discusión tan desgastante del jueves en la mañana; cada vez que peleaban de esa forma terminaban aislándose de un modo que luego se hacía más difícil buscar palabras de reconciliación. Además, su mujer prefería actuar con hechos que pedir perdón, ella solía decir que solo disculparse no arreglaba nada. Así que tomó el desayuno y se dirigió al cuarto, dispuesto a hacer despertar a su esposa, tal como había visto en las comedias románticas. Aunque ese no era su estilo, estaba dispuesto a sacrificar la imagen de macho rudo, con tal de volver a divisar una sonrisa en los labios de su chica.
Lo que Marcos no imaginaba, era que Aline ya no recordaba la pelea y estaba despierta en la cama con un cuaderno entre las manos. Ella solo pensaba en el poder que tenía esa pesadilla para robarle la tranquilidad. A la vez, intentaba bucear en su propio montón de recuerdos a ver si encontraba algunos que identificaran sus virtudes; tenía claros muchos de sus defectos y cuanto más pensaba en el pasado, la lista se agrandaba. Solo le venían a la mente frases dolorosas y negativas que le hacían curvar las comisuras de los labios y fruncir el ceño, su semblante parecía una vela derritiéndose al fuego de la tristeza. Las voces revoloteaban en su cabeza una tras otra, como si esbozaran con su vuelo una tormentosa trayectoria en círculos.
“Es una bruta, tiene un coeficiente intelectual muy bajo... su hija va a suspender el quinto grado, es violenta con sus compañeros; su pelo parece una soga, es hija de un negro, su trabajo es el más feo y chapucero de la clase: maldita chiquilla, debería untarle más talco para llevarla al ballet, así no se ve tan … mestiza, esta clase no es para niños como tú; ustedes no tienen la capacidad de entender el arte”

El llanto no tardó en llegar, se cubrió ambos oídos como quien no quiere escuchar una chirriante y aterradora melodía. Cuando Marcos llegó a la habitación todo entusiasmado con su desayuno de reconciliación, se encontró con su amada Aline destrozada en llanto como si algo horrible hubiera sucedido. Dejó rápidamente la bandeja a un lado y corrió hasta la cama para abrazarla, pero ella acto seguido lo repudió con sus brazos. Cosa que dejó atónito al joven.
-¿Qué te pasa por Dios? ¿Por qué estás llorando?
-¿Será que nunca podré tener un momento de paz en esta casa? ¿Por qué siempre estás intentando protegerme? ¡No estoy loca! ¡Vete de una vez y déjame!
El joven no sabía qué pensar, en su interior se encontraba tan asombrado como enojado por el rechazo tan despectivo que había recibido sin merecerlo. Por su parte, Aline estaba teniendo una especie de crisis, pues no se lograba deshacer de sus pensamientos. Marcos corrió a la cocina por un vaso de agua y luego pasó al botiquín en busca de unas pastillas para la ansiedad que Aline tomaba cuando se estresaba. Llegó de nuevo lo más rápido que pudo y ayudó a su mujer a tomarlas, debido a que sus manos temblaban mucho. Luego de un rato, ella se comenzó a tranquilizar, él al pie de la cama, miraba cómo bostezaba hasta quedar casi dormida.
-Descansa -decía- ya después hablaremos sobre esto.

Aline despertó en el camino terroso con el mismo cielo naranja, se levantó y comenzó a caminar admirando el paisaje. Era tranquilizador transportarse hacia ese bello atardecer luego de tanto tiempo entre edificios y carteles promocionales. Entonces comprendió que no estaba sola, sentía una presencia, esa sensación inquietante de que alguien te observa. Los pasos se comenzaron a sentir cada vez más cerca y allí, de entre las tupidas ramas divisó un cuerpecito menudo con la cabellera despeluzada. Se atravesó en su camino con el rostro bajo, hasta que poco a poco incorporó su cabeza, lanzando la mirada más acusadora del mundo. La joven se paralizó, pero en ese momento recordó que no debía huir, le resultaba doloroso sostener los ojos fijos en los de la pequeña. Pero necesitaba resistir; quedarse allí a ver qué pasaba. De pronto comenzó a fijarse mejor en la criaturita. Era una niña mestiza, con unos rizos esponjados y en total descontrol. Pero había algo en ella que le llamaba fuertemente la atención, su expresión en el rostro, esa mueca le parecía conocida. Comenzó bajar lentamente hasta quedar de rodillas en el suelo, sosteniendo el contacto visual, ahí pudo divisar sus pecas, sus lunares y su nariz. “Después de todo no es tan aterradora”- pensó-

- ¿Puedes hablar? - Dijo Aline en un hilo de voz-
- ¿Por qué siempre te marchas? - le dijo la pequeña con un tono que caló su alma, sin poder reaccionar a la tristeza que comenzaba a emanar de su interior-
- Lo siento, es que me asustas con esa forma tan dura de mirarme. ¿Por qué me acusas con los ojos?
- Tú me abandonaste hace muchos años y no tengo quien me cuide.
- Yo? ¿Cómo que yo? no te conozco, nunca te había visto y no he tenido hijos. – Dijo la joven retrocediendo con las manos apoyadas en el barro-
- ¿No te acuerdas de nuestras aventuras? ¿Las tierras que conquistamos, los villanos que derrotamos y las huidas a caballo?
- ¿Qué dices? Yo nunca te he visto. – Negó con la cabeza mirando el rostro confundido de la niña.
- Por favor, recuérdame. He venido a tus sueños en busca de ayuda, pero hasta ahora no había podido hablar contigo porque siempre te vas corriendo. Estoy desapareciendo, por favor, ayúdame.
- Espera, no lo entiendo. Tú no eres real, estás en mi cabeza. ¿Cómo vas a desaparecer si ni siquiera existes?
-!Sí que existo¡- Protestó la niña cruzando los brazos enojada - Vivo en ti, pero me desalojas todos los días, me aplastas y me castigas en un rincón.
- ¡Pero si nunca te he visto! ¿Cómo inventas todo esto? No te he hecho nada malo. Esto es una pérdida de tiempo. Me voy.
- Sí, vete, eres muy mala. No soy una niña mentirosa, búscame en tus viejas fotografías y te vas a dar cuenta de que he estado contigo siempre, pero no te acuerdas de mí.
-Si, lo que tú digas. Dijo la joven con tono burlón mientras le daba la espalda y caminaba tranquilamente hasta el punto de inicio.
Aline despertó a las 3: 17 de la tarde con mucho dolor de cabeza. Poco a poco se fue ubicando en tiempo y lugar, lentamente los recuerdos fueron tocando a su puerta mental y cada vez abría más los ojos como asustada. Había maltratado a su  a su esposo y era de esperar que él no estuviera nada contento; por otro lado, conoció  a esa aterradora chiquilla que al final, no lo era tanto.
¡Dios mío… Marcos! Exclamó  mientras se deshacía de las mantas y corría hacia el salón. Allí encontró a su esposo, sentado en el sofá con un vaso de wiski. Él hizo un gesto con la mano, indicándole a la chica que se acercara, se sentó como si supiera lo que le esperaba.
-Iré al grano. Quiero el divorcio, y estoy hablando en serio.
-¿El divorcio? ¿Pero por qué? Peleas tiene cualquier pareja y si, a veces me dan pequeñas crisis, pero …
-¿Pequeñas? – Dijo Marcos interrumpiéndola con el ceño fruncido- Aline tú solo vives para trabajar, nunca tienes tiempo para mí, nunca quieres salir para divertirnos como dos personas normales, discutimos por todo. Siempre quieres llevar las riendas de la relación y yo soy un hombre, no me puedes manejar a tu antojo; mucho menos eres mi dueña para maltratarme cuando te apetece. Ah, y otra cosa, siempre tienes dolor de cabeza, estás estresada o muy cansada; el caso es que hace tres meses que no hacemos el amor.
-Yo sé que todo eso es verdad. Pero …
-Pero nada, no tienes excusa. ¿En qué te convertiste? Eras una chica adorable, tímida, tan hermosa sin esos parches de maquillaje. Me encantaba mirarte dibujando o cuando te mordías el labio inferior dudando de algún detalle. Pero ya no eres más esa Aline, esa quedó en el pasado y de ella fue de quien me enamoré. Esa que tomaba malteada de chocolate y se le quedaban unos bigotes espumosos que me encantaba limpiar con un pañuelo, cuando en realidad lo que quería era comerte a besos. Ya se acabó eso.
-Marcos, no he estado bien últimamente. Mi forma de actuar no ha sido buena, pero sé que puedo cambiar.
-Si Aline, puedes cambiar, pero no lo vas a hacer conmigo como tapete, para tus experimentos de doble personalidad.
La chica comenzó a llorar de forma descontrolada al tiempo que decía – por favor … no te vayas- A su esposo el corazón se le encogía, intentaba mantenerse fuerte. Hasta que finalmente dijo:
-Hagamos un acuerdo. No nos divorciamos si tú vas a terapia e intentas mejorar.
-Si. Hago todo para que te quedes.
-Pero yo no me voy a quedar. Me iré a casa de un amigo por un tiempo, hasta que resuelvas todo este problema que tienes. No merezco esta tiranía de tu parte, así que trata de arreglarte Aline, intenta volver a ser tú misma, porque esta versión sofisticada me tiene cansado.
-¿Entonces me dejas sola?
-Cuando estés lista me buscas.
La chica aceptó el trato un poco confundida y Marcos se fue con una sola maleta. Se había quedado sola, sin amigos y sin valor para llamar a su madre luego de tanto tiempo sin hablar con ella. Se sentía tan triste que no tenía deseos de comer, ni de bañarse, en fin, no tenía deseos de vivir. En su mente surgían dudas e inseguridades, primero su trabajo y ahora su esposo, pensaba:
-¿Y ahora qué?

Mi niña interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora