¡Sorpresa!

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La carretera se encontraba bastante despejada en el Km 120.
Al fin las ciudades y suburbios habían quedado atrás.

En el horizonte se alzaban colinas pobladas de un pasto verde chispeado de florecillas silvestres. Los árboles se juntaban para formar un tupido bosque.

Pero lo mejor era el aroma a primavera, a rocío y tierra húmeda que ponía de buen humor a cualquier viajero que pasara por la zona.

-Esto no se compara con ningún post en Instagram. -pensó Aline apoyada en la ventana del auto que avanzaba a una velocidad moderada.

-¿En qué estás pensando María moñitos? -marcos se había burlado del peinado de Aline desde que salieron de casa con la mudanza, en realidad le parecía muy gracioso verla con aquellas cebollas a cada lado del cráneo como si fuera una niña pequeña-

-Estoy tomando fotos con los ojos. -dijo Aline tocándose por enésima vez la cabeza para comprobar que su peinado estuviera en orden- Puedes burlarte, no te haré caso, en realidad amo como se me ve este peinado, sé que suena ridículo, pero me siento viva cada vez que me miro y veo que lo tengo.

-Lo sé cariño, solo estoy bromeando, te ves preciosa con tus … moñitos.

Ambos rieron como estúpidos de la broma de Marcos, así amenizaban el camino.

El camión de mudanzas iba justo detrás de ellos, por lo que Marcos trataba de mantener una velocidad que le permitiera siempre tenerlo a la vista por la carretera.

Fueron 600 largos kilómetros recorridos en auto. Aunque habían salido muy temprano ya las últimas luces del día comenzaban a opacarse cuando vieron el cartel con la escultura, esa señal que indicaba la llegada a su lugar natal.

Siempre el mirar este punto la hacía recordar cuando se fue por primera vez de aquella ciudad, de las ansias que le entraban al llegar de vacaciones cuando estaba en la universidad y leía ese bendito letrero, o de las lágrimas que recorrían su rostro al tener que irse.

Ese era su hogar amado y no había otro en el mundo que le hiciera sentir más segura.

-Marcos, llegamos a casa. -Aline lo miró sonriendo y le tomó la mano.

-Te salvas de que no puedo apartar la vista de la carretera, si no te comería a besos. Me encanta verte feliz, lo sabes.

-Anda, apúrate que les vamos a dar la sorpresa, ellos nos esperan para más tarde, no se imaginan que estamos ya aquí .

- No me voy a apurar, tranquila que ya llegaremos. Solo faltan quince minutos, ¿Puedes esperar 15 minutos? Solo piensa en nuestra nueva casa y lo felices que vamos a ser allí.

-Si, vale, 15 minutos. Solo 15 minutos, ya falta poco.

Aline se moría de las ansias, no lograba mantenerse quieta en el asiento, de pronto todo le comenzó a dar vueltas, el mareo se apoderó de ella.

-Cariño decesito que pares.

- ¿Qué pasa Aline? ¿Te sientes…

- ¡Marcos para! -gritó Aline desesperada, a lo que el joven acudió inmediatamente.

Ni siquiera le dio tiempo a abrir la puerta, se inclinó por la ventana y comenzó a vomitar todo el enjambre de chucherías y comida rápida que engulló durante el camino para calmar la ansiedad del viaje.

Marcos salió del auto e hizo una seña al carro de mudanzas para que se detuviese, se dirigió hacia Aline que se encontraba casi con medio cuerpo fuera del vehículo con tal de no ensuciarlo.

El joven solo se limitó a aguantarle la frente enrojecida, estaba empapada de sudor.

Aline se viró al revés una vez más, botando los últimos restos de alimento depositados en su estómago.

Mi niña interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora