Viajar sin equipaje

71 6 0
                                    

Luego de quedarse sola en aquel frío departamento, Aline sentía que su mundo se desmoronaba. Estaba más delgada y aunque asistía al trabajo su jefe ya no la llamaba para defender los proyectos. Había dejado de ser la preferida, ahora solo era una empleada más con un cargo de pacotilla.

Llegó a su casa a las 6:00 pm, suspiró luego de cerrar la puerta al mismo tiempo que miraba alrededor de las blancas paredes del salón. Era un sitio bastante neutro y minimalista, casi sin personalidad, predominaba el color blanco y en algunos lugares resaltaban cuadros o esculturas que aportaban pequeños puntos contrastantes que rompían intencionalmente con la monotonía de las paredes. Todo muy moderno, profesional y sofisticado, pero Aline lo veía aburrido, frío y desesperadamente solitario.

Últimamente odiaba llegar a casa y encontrarla sin Marcos, sin su olor, sin sus abrazos tan cálidos y reconfortantes. Pero allí estaba, sola y sin más remedio que lidiar consigo misma, si quería recuperar a su amor.

Preparó la cafetera y se sentó en la mesa del comedor, mirando a la nada, en espera de su café. De pronto se halló pensando en la pesadilla, curiosamente estaba desapareciendo. Aline pensaba que ese mal sueño solo se había generado para provocarle una inestabilidad mental que terminó acabando con todo lo que tenía en su vida y luego, cuando ya no quedó nada que destruir, simplemente se fue, como los huracanes. Luego de un rato meditando en todo lo sucedido en el sueño, recordó las palabras de la niña “he estado contigo siempre” “búscame en tus viejas fotografías”

-Chiquilla fastidiosa-pensaba endulzando el café, estaba molesta por todo el descontrol que había traído a su vida esa pequeña niña imaginaria. La curiosidad se le despertaba a cada minuto, pero a la vez le parecía ridículo subir hasta el cuarto para descubrir lo obvio, esa niña no existía, no era una de sus amigas de la infancia.

Simplemente era fruto de su gran imaginación. A los pocos minutos no pudo más, salió disparada hacia la habitación con la taza de café en la mano.

El cuarto estaba revuelto como nunca, la cama destendida y la ropa tirada por todas partes, desde que Marcos se había ido, Aline ni siquiera se molestaba en lavar. Sabía que debía hacerlo, pero simplemente no le daba la gana. Luego de arrastrar un sillón hasta el closet, se trepó lo mejor que pudo hasta alcanzar al altillo, pues, aunque era alta, tampoco se podía definir como una vara de tumbar gatos como algunas modelos de alta costura.

-Un poco más … ya está, te tengo. Maldita ergonomía, estos closets fueron diseñados para gigantes, no para humanos.

Bajó del altillo una caja rosa pálida, tenía una escritura bastante garabateada que decía “no tocar, propiedad de Ali” La chica no pudo evitar reírse debido a la letra errante y al carácter del mensaje, estaba claro que lo habría hecho estando al menos en el 5to grado o algo  así. Recordó claramente que a Marcos se le había ocurrido traer esa caja a casa en una visita que habían hecho a la madre de Aline hacía un par de años. Se había reído de ella por todo el camino, alegando que desde pequeña tenía el carácter de un general.

Abrir la caja fue toda una sorpresa, había de todo un poco. Sus tesoros más preciados, cartas, diarios y muchas fotografías. Luego de mirar con cariño cada una de las cosas, posó la mirada en los álbumes de fotografía, eran tres y estaban enumerados por períodos. El primero contenía fotos de su madre embarazada y de ella recién acida. Había muchas imágenes de ella siendo una bebé adorable, poniendo caritas graciosas que le robaban varias sonrisas. Aline estaba absorta en cada gesto, cada detalle de las instantáneas que le mostraban ese ambiente cálido y jovial en el que nació. Sus padres se veían felices, tranquilos y llenos de vida. En el segundo álbum se apreciaba otro fondo, era como si se hubieran mudado de casa, ya la bebita estaba creciendo y seguía feliz, pero se notaba cierto halo de tristeza en torno a la familia, ya las fotos no eran tanto mamá, papá y nené; más bien ahora eran abuelo, abuela, mamá y bebé. Su madre aparecía junto a ella en esa época, pero la chica no entendía por qué su padre no estaba. Pensaba que a lo mejor era quien tomaba las fotos, pero no le parecía del todo lógico.

Mi niña interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora