XXX

74 2 0
                                    



Estaba en casa arreglándome para salir con Adam. ¿A dónde? No lo sabía.

No sabía que ponerme, porque él no me dijo a donde iríamos. Tomé mi vestido plateado de lentejuelas, que caía a un hombro. Hice unas ondas en mi cabello. Me maquillé, dando énfasis, como siempre, a mis ojos color avellana.

Terminaba de ponerme lápiz labial, color carmín, cuando tocaron a mi puerta. Creí que era Adam, que había llegado por mí, pero no, era Eitan.

Seguramente venía a preguntarme algo.

—Hola, Eitan— me giré para verlo.

—Hola, hermanita— saludó muy sonriente.

— ¿Qué me vas a preguntar?

— ¿Yo?— expresó con voz sarcástica — ¿Qué no puedo venir a saludar a mi hermanita?

Lo miré a los ojos e hice un gesto, que en pocas palabras le dijo: tú no vienes a mi cuarto nada más para saludarme, siempre vienes cuando quieres preguntarme algo.

—Está bien—lo admitió— ¿quiero que me digas como vas con Adam?, ¿has descubierto algo?

—Trabajo en eso, ¿cuántas veces te lo tengo que repetir?— respondí un poco exaltada.

—No te enojes. Sólo trabaja en eso, espero las pruebas lo más pronto posible, al menos que te quieras casar.

—Eres irremediable— soné enojada —lo único que te importa son las malditas pruebas en contra de Paul y yo que soy tu hermana no te importo.

—Claro que me importas

—No lo parece, haces que me acueste con un hombre al cual no amo, además de que me tengo que casar con él, vaya forma de querer y cuidar a tu hermanita.

—Cállate. Tú no sabes nada, no sabes porque les tengo tanto odio a los Jones

Arqueé una ceja, sabía de su odio hacia los Jones, por el asesinato de nuestros padres, por meternos al internado y por matarnos.

— ¡Qué no sé! —indiqué enojada—Odias a Paul Jones, por matar a nuestros padres, meternos a ese internado, por matarnos y porque todo este tiempo, a partir de esa noche, él fue el responsable de cada una de nuestras desgracias.

—Esa es sólo una parte de la historia.

Me quedé estática mirándolo sin expresión.

— ¿A caso hay un trasfondo en la historia?

Claro que lo había, siempre lo hay.

—No estabas preparada para la verdad. Y aún no lo estás.

— ¿De qué verdad estás hablando, Eitan?

—Lo siento no puedo decirte nada, no hasta que estés segura de que harás las cosas como quedamos con Adam, porque tal vez, si te digo todo, cambies de opinión y no sigas. Yo no puedo arriesgarme a hacerlo.

—Con un demonio, Eitan. Dímelo.

—No lo haré y no insistas— salió enojado de mi habitación.

A pesar de ser hermanos, vivir juntos y conocernos mejor que cualquiera, él sabía guardar secretos. Teníamos eso en común, los dos sabíamos cómo, venía de familia.

¿Cuál era el secreto de Eitan?

Esta familia estaba llena de secretos. Incluso cuando nuestros padres vivían tenían secretos uno del otro, mis abuelos también tenían secretos y cuando ellos murieron se los llevaron a la tumba.

Estafado AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora