XXXIV

67 2 0
                                    



Todavía tenía la carta en mis manos. Fui por mi celular a la sala. Le tomé una fotografía y la guardé. Acomodé todo en orden y lo dejé como si nada hubiera pasado.

Me metí a bañar. Sentir el agua fría caer en mis hombros era tan relajante, por un instante olvidé mis problemas. Podría quedarme debajo de la regadera durante horas.

Terminé de bañarme. Sequé mi cabello y el cuerpo para después enredarme la toalla, cuando salía del baño, Adam iba entrando al departamento

—Para que necesitas ropa. Tú, hasta con una toalla te ves bien— dijo al verme.

— ¡Qué chistoso!— expresé sarcástica.

—Sabes que es broma, te ves...— no terminó de decir la oración, porque se acercó a mí. Besó mis labios apasionadamente. Con su dedo índice recorría mi brazo izquierdo. Con su otra mano me acercó a él e intentó quitar la tolla de mi cuerpo.

— ¿Qué me compraste? —lo interrumpí.

Había decidido no acostarme con Adam, hasta descubrir que fue lo que realmente pasó, pero sobre todo, hasta saber quién era realmente.

—Ya lo verás—me dio las bolsas

Tomé las bolsas, las puse en la mesa de centro de la sala de estar. En ella venía ropa interior de encaje de un rosa pálido, muy tenue. Abajo un vestido del mismo color, en la otra bolsa unos zapatos de piso, color piel que le daban perfectamente.

— ¿Te gustan?— me preguntó

—Sí, son hermoso. Gracias— lo besé en la mejilla.

Tomé las bolsas y me dirigí hacia su recámara para vestirme. Me puse la ropa interior. Saqué de la bolsa el vestido, era de escote recto, ajustado del pecho, pero holgado de la parte inferior, de tirantes. Me puse los zapatos.

Me miré en el espejo que tenía en su recámara. Apenas podía creer que fuera yo, me miraba tan dulce y tierna. Cepillé mi cabello con su peine y dejé que se secara solo.

Salí, Adam estaba sentado en el comedor con su laptop, estaba escribiendo

—Te ves hermosa—dejó de escribir, me miró y sonrió

—Gracias—me acerqué— ¿Qué haces?

—Checaba unas cosas— la cerró

— ¿Sabías que eres hermosa al natural?

Fui al sofá por mi bolsa para maquillarme. Comencé a hacerlo, pero cuando estuve a punto de delinear mis ojos me detuvo

—No lo hagas

— ¿Por qué?

—Así eres linda. Para mi eres la mujer más bella del mundo y no necesitas cargarte de maquillaje. Además me gusta más tu rostro angelical de niña que tienes ahorita.

Dejé de hacerlo y guardé las cosas en mi bolsa.

— ¿Ya estas listas? —preguntó— vámonos

— ¿A dónde?

—Es una sorpresa

Para sus sorpresas, sólo esperaba que no apareciera un reportero o alguien que pusiera en riesgo la misión.

El sol de medio día estaba en su punto exacto. Caminaba por la orilla de la playa, tomada de la mano de Adam, con mi otra mano llevaba mis zapatos nuevos. Escuchaba el romper de las olas, era tan relajante, podría sentarme en la arena y quedarme a reflexionar durante horas, sobre el rumbo que había tomado mi vida.

Estafado AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora