Jugar con fuego, te quema

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Jugar con fuego te quema. Sí, es verdad. Pero no podía sentirme culpable de ello. Tener a Dan frente  frente dentro de mi auto; con la lluvia surgiendo y con un gran silencio. El rubio había mencionado que debía decirme algo, para luego quedarse callado. Aquello me atemorizaba por completo, su mirada no se posaba en mí y yo no sabía si era bueno romper el hielo. Su cuerpo se inclinó hacia mí y finalmente me miró.

-Sabes, Ryan. Siempre que te tengo cerca de mí, puedo sentir una alegría que no había sentido en mucho tiempo. Y esto simplemente me atormenta, me tortura y no sé qué hacer; eres mi mejor amigo, pero al mismo tiempo te tengo aquí. Tan cerca. Con tu respiración chocando contra mi rostro y sólo puedo pensar "demonios, quiero besarlo". Me contengo, ahora mismo lo estoy haciendo. Porque te respeto y no quiero que creas que estoy jugando contigo, no quiero que sientas que esto es como lo que ya has pasado. Pero al mismo tiempo, yo también estoy perdido y no quiero arrastrarte conmigo. No te lo mereces y...

-Dan ¿a dónde quieres llegar? -lo interrumpí.

-No es a dónde, Ryan. Sino a qué. Hoy te veías jodidamente lindo y yo sólo no puedo dejar de pensar en ti, pero no quiero hacerte más daño. Z no me lo perdonaría.

-Z es mi ex novia, Dan.

-Sí, pero también nuestra amiga. No quiero que esto... que esto sea incómodo para alguno de nosotros.

-¿Como lo fue antes? -bajé la mirada e intenté despejar mi mente de un montón de pensamientos negativos, en los cuales se encontraban las incontables veces que habían jugado con mis emociones.

-A eso me refiero RyRo, no quiero que estés con alguien más y pienses en que yo soy alguien más en tu lista de fracasos amorosos a los que les escribirás canciones. Y en general, no quiero que estés con alguien más. Quiero que estés conmigo y para mí, tal vez sea egoísta, pero así lo quiero.

-Y si así lo quieres ¿por qué estamos hablando en mi auto como si fuera una despedida?

Lo vi tomarme del rostro y hacer que lo mirase a los ojos directamente, a la profundidad de ese mar azul. Respiró profundo, pensando sus palabras y tratando de formularlas de tal manera que, lo que sea que fuese a decir, no me hiriera.

-Vi a Brendon. Quería que lo supieras antes que nada -se dispuso a salir de mi auto y yo, por mi parte, lo tomé de la muñeca.

-No quiero que te vayas. No me interesa nadie más ahora. Quiero estar contigo -callé un momento al ver su mirada dudosa, como si supiera que miento y que mi verdad estaba a medias -. Al menos por hoy, no me interesa nadie más.

Sin embargo, era verdad que el saber aquello, me hacía sentir extraño; como si me hubieran dado una patada en el hígado, pero al mismo tiempo, ya no buscaba indagar más allá. Porque aquí estaba Dan, conmigo, sin importarle nada; podía escuchar su corazón latir y veía en su semblante que quería estar aquí. Por primera vez tenía frente a mí a alguien que quería permanecer a mi lado, que no debía ver el celular cada segundo por si llamaba su esposa.

-Eres mi amigo, Dan...

-No te estoy pidiendo que nos casemos. Te pido que, por lo menos, me permitas dormir esta noche contigo -su lenguaje corporal cambió, su mano ya no estaba intentando abrir la puerta y ahora se encontraba en mi mejilla. Sentía como cada vez estaba más cerca de mí, su nariz rozando con la mía. Tan cerca, demasiado -. No me pidas rogar por un beso -dijo en voz baja.

Demonios, Dan. Esto no lo hacen los amigos, no terminará bien. Nunca termina bien. Pero vaya que quiero hacerlo. Respiré profundo, por última vez para finalmente llevar mis dedos a su cabello y juntar nuestros labios. Aquello resultaba tan extraño; la última persona a la que había besado fue Brendon o Helena, a este punto ya no lo recordaba. Pero en cambio, los labios de Dan eran tan pequeños y tiernos, suaves. Y yo, los comía y disfrutaba tan plenamente que sentía el cuerpo en llamas.

Dangerous blues ; ryden [parte 2/2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora