Primera semana en la universidad y su estúpida condición ya le había causado severos problemas con sus profesores.
Louis entró al departamento que compartía con su mejor amigo, sintiéndose abrumado con tantos sentimientos negativos haciéndole presión en el pecho, pero el que predominaba sin duda alguna era el coraje.
Cerró la puerta detrás de sí, escuchando el suave balanceo de la pequeña entrada para felinos que tenía en la parte inferior, lanzó su mochila a algún lado de la sala principal, piso sus tenis de la parte trasera para sacar uno a la vez sin necesidad de agacharse y caminó con cansancio hacia el enorme sofá mullido que amaba con todo su ser y se dejó caer boca arriba disfrutando la sensación de suavidad en su cansada espalda.
Sacó el celular de su bolsillo con la intención de contestar los mensajes que había estado ignorando, pero apenas lo tuvo en sus manos lo descanso en su pecho y se dejó llevar por el sueño.
Pasaron unos cuantos minutos cuando un ligero cosquilleo en su cabeza lo hizo despertar, un par de lacios y suaves castaños se deslizaron en su frente, bufó sin gracia mientras llevaba una de sus manos a las esponjosas orejas que habían hecho su aparición en la parte superior de su cráneo, las movió con pereza y se giró para acostarse sobre su estómago al sentir una incómoda presión en la también adorable y esponjosa cola que le causaba la misma molestia que las intrusas en su cabeza.
Sí, Louis Tomlinson podía transformarse total o parcialmente en un gato cuando se le diera la gana, o no tanto así, pues el pobre chico aun no aprendía a dominar esa extraña condición con la que la vida se dedico a maldecirlo desde el día en que nació. Tenía instintos felinos aún cuando su forma era humana, disfrutaba ser acariciado, los objetos esponjosos como su cola o esos juguetes típicos que jamás aceptaría en voz alta desear, todo lo que venía en un gato también se incluía en el pequeño cuerpo de Louis.
Meneaba su cola y sus orejas se mantenían abajo en representación a su sentimiento de molestia, su semana había sido una mierda total, sus profesores le regañaron cada día por llegar con más de 20 minutos de retraso a todas las estúpidas clases.
¿La razón?
Aún no podía controlar sus transformaciones, cuando experimentaba emociones muy fuertes sin poder evitarlo se transformaba en un estúpido gato. Agregando, además, que parece los malditos perros siempre lo persiguen y sin poder negarse a su instinto, termina por huir en su forma felina.
Había un perro en cada pequeño rincón de la ciudad y parecía que absolutamente todos deseaban tragárselo, esa había sido la razón por la que había comenzado de esa manera su semestre universitario, incluso en un par de asignaturas se habían encargado trabajos en conjunto y aún no estaba enterado con quién le tocaría realizar esos encargos.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escucho el timbre resonar en todo el lugar, se sentó con los nervios de punta y llevó las manos a sus orejas.
-Mierda, mierda, mierda.-Susurró para sí mismo, mirando alrededor con la única misión de encontrar su gorra de tonalidades verde militar con una franja roja en la parte frontal, la encontró y se la puso rápidamente.-
El timbre sonó de nuevo, sin perder más tiempo se encamino a la puerta y abrió, dejando salir un suspiro exhausto mientras se quitaba el accesorio de la cabeza con brusquedad arrojándolo al piso al observar a su compañero de apartamento ahí parado con sonrisa de idiota.
-¿Sabes, Louis? Si no fuera yo el que está parado tras esta puerta, definitivamente me habría dado un infarto al ver eso. -El moreno señalo la cola que se asomaba descuidadamente detrás del más bajo, que dejó abierto para que pasara y volvió a caminar furioso a su preciado sofá dejándose caer con rapidez.- Estamos molestos hoy.
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LOU MY CAT
RomanceLouis Tomilson puede transformarse total o parcialmente en un gato, ha vivido ocultando su secreto con éxito. Es hasta que su rival de secundaria entra de nuevo en su vida que corre el riesgo de ser descubierto.