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Miraba el álbum de fotografías, recordando el pasado donde era feliz, y pensar que hace un año no tenían mayores preocupaciones que cosas banales como una familia cualquiera.

Dejaba flores en las "tumbas" de su familia y mayormente hablaba solo. 

Había comenzado a encontrar más "cosas" por ahí y las atrapaba cuando tenía una posible solución, miraba, no pasaba mucho y los desechaba, seguía intentando con ratas contaminadas, aunque no podía tener una junto a otra sin que alguna fuera devorada y terminara en restos. Así que no tenía demasiadas cosas en existencia. 

Su hijo seguía tan bien como siempre, su herida estaba casi completamente curada, descansaba mayormente contra las almohadas y cobijas como perro regañado, sus ojos estaban nublados y parecían seguir solo el sonido que hacia, parecía estar quedándose ciego, aunque posiblemente solo no los ocupaba porque no veía mucho en esa habitación a oscuras. 

Se preguntaba si cerraba los ojos, así que lo miro por un buen rato y si, llegaba a quedarse dormido un rato, pero volvía a abrir los ojos apenas escuchaba algo, a veces quería caminar por ahí y solo avanzaba lo que las cadenas le dejaban. Su peso no había aumentado ni disminuido, no hacia muchas actividades ahí, así que tampoco necesitaba darle cosas en exceso. Sus esponjados risos seguían creciendo y sus uñas las usaba muy poco, así que no necesitaba mucho cuidado con ello. 

Escuchaba Don't let me down de su disco mientras miraba a su hijo, preguntando que mierda hacer ahora, seguía intentando, escuchaba por si no se tenía una cura ya, pero solo había silencio. 

No quería perder la esperanza con su hijo, debía haber una buena cosa que hacer sobre esto, su hijo tenía esperanzas aún, le gustaba pensar que seguía ahí, porque no importa el tiempo que pasara, cuando cantaba para su hijo el seguía moviendo su cabeza de un lado a otro, como si en verdad le escuchara, le gustaba creer que lo hacia. 

A veces lloraba, no sabía que maldito día era hasta que los militares tocaban a su puerta y le entregaban la comida de ese mes, sabía quienes eran y ellos ya sabían quien era el. 

El tiempo no pasaba igual, era eterno y aún así sentía que se le escapaba entre los dedos, no había forma correcta para describirlo y no parecía valer la pena intentarlo. 

Pero no importaba, porque cuando escuchaba el corazón latir de su hijo, sabía que las cosas no estaban del todo perdidas, aunque todo se escuchara a que definitivamente lo estaba, el tenía un hijo vivo al que cuidar, su hijo no era una cosa. 

La esperanza nunca muere, así que se aferraba a ella y la abrazaba con el único deseo de dejar de estar solo. La soledad era un veneno de reacción lenta, un veneno que no dejaba de ser suministrado en el cuerpo y poco a poco sentías el desmejorado sentimiento de dolor en el pecho, la energía desaparecía y había días en los que dejaba todo para recostarse en su cama matrimonial donde comenzaba a desaparecer el aroma de su esposa y tenía que buscar alguna ropa limpia para recordar como era ella. Recorriendo la habitación de Heavy para recordar su energética actitud, no es que estuviera olvidando los, solo que ya no estaban presentes y dolía. 

Incluso había en uno de sus tantos viajes ido por la amada guitarra de Chess, intacta, perfecta.

Seguía con la esperanza de en algún momento recuperar a su hijo y ser esa pequeña familia, teniéndose el uno al otro.

La esperanza nunca muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora