―Ver para creer.
Auron alzó la mirada hacia el poste que de repente le hacía sombra a un lado. Gracias a los lentes de sol no tenía que entrecerrar los ojos por la luz del sol, pero de todos modos hizo una cara de asco.
―Ah, que no es un poste. Solo es Fargan.
Fargan soltó una carcajada a su lado, demasiado alegre para el calor que hacía a esa hora del día. Se quitó su camiseta sin reparo y se sentó junto a Lolito, quién lo saludo alegremente y le hizo espacio en su toalla.
―Estaba caminando cerca y escuché un pajarito susurrarme al oído: "Deberías venir a la playa, que está haciendo un clima de la ostia". Así que aquí me tienen. ―Sacó un botecito de bloqueador solar y empezó a embarrase el contenido sobre el pecho sin cuidado. ― Que cosas de la vida encontrarme con ustedes pilluelos al sol.
―Lamentable.
―Especialmente a ti, mi queridísimo Auron. ―Fargan se detuvo un momento para voltearlo a ver con una sonrisa socarrona en su cara. ―Después del accidente, ya sabes.
Pero Auron no sabía exactamente. Alzó una ceja sin desviar su mirada del océano, de la gente que caminaba por la arena y de la torre de vigía que estaba a unos cuántos metros de dónde estaban los tres.
―Nunca te dije nada, ¿cómo lo sabes? ―Preguntó, aunque se imaginaba la respuesta. La muy cabrona se reía sin moverse de su posición en la toalla al lado de Fargan. Pero de todos modos quería escuchar la excusa salir de los labios de su amigo.
―Pues, solo puedo decir que me dijo un pajarito-
―Mis huevos.
―Un pajarito me lo dijo a mí y a varios-
―Mis huevos. ―Auron giró el cuello hacia Lolito con tanta agresividad que pudo apreciar el pequeño salto que dio el pelirrojo. Estaba seguro de que incluso a través de los lentes de sol su miraba calaba. ―Lolito, cabrón, ¿cómo se te acurre?
― ¡Pero Auron! Estaba conmocionado, tenía que contárselo a alguien.
―Que hijo de puta...
― ¡Para liberar la carga en mi pecho! Auron, espera, ¡Auron, cabrón!
Auron había saltado a Fargan para caer encima de Lolito. No planeaba pegarle, al menos no todavía, no le gustaba darse de golpes; pero no se detuvo a sacudir al pelirrojo por los hombros con tanto ímpetu como para sacarle la cabeza del cuerpo. Sus manos se aferraron a los huesos de Lolito con fuerza, dejando marcas rojas en el proceso.
― ¡AURON!
― ¡Que me diste un rodillazo!
― ¡Te voy a matar! ¿A quién más le dijiste?
― ¡Ahora menos te voy a decir!
Había caído de lado, sobre su abdomen, y sus brazos pronto se cansaron por la posición y el esfuerzo de mantenerse erguido sobre los hombros de Lolito. Sin querer dejó caer uno de sus codos en el estómago del pelirrojo y de pasó golpeó a Fargan con su rodilla. De nuevo.
― ¡Pero tío!
― ¡Ah!
― ¿Qué está pasando aquí?
Su sesión de luchitas, derivada en un incómodo nudo de piernas y brazos ansiosos por separarse, terminó abruptamente por un pitido de silbato a su lado. Auron mentiría si dijera que no le asustó el silbato, si hasta le había dado otro rodillazo a Fargan al tratar de saltar lejos de ahí.
Los tres alzaron la vista como pudieron hacia el sujeto con el silbato. El chico albino se cruzó de brazos mientras escaneaba con la mirada a los tres: Lolito con su coleta despeinada y rojo hasta las orejas por el esfuerzo, Auron sobre los otros dos como quién no quiere la cosa y Fargan con lágrimas en sus ojos de tanto maltrato. Sus ojos se detuvieron en el último.
―Fargan...
―Esta no es mi culpa, Willy.
―Claro que sí. ―Interrumpió Auron. ―Viniste aquí a mostrar tu cara a sabiendas de que me iba a enojar.
―Pero-
―Dejen de pelear, ustedes tres. ―Regañó el albino cruzándose de brazos. Era delgado, sus músculos se marcaban ligeramente en su cuerpo, y Auron no podía leer bien las emociones de su rostro. Tuvo el ceño fruncido por unos momentos hasta que una sonrisa burlona rompió sus facciones. ―Esto es un lugar público y no permitimos las peleas y los disturbios. Será mejor que paren si no quieren que los escolte fuera de la playa.
Ni Lolito ni Fargan dudaron en ponerse de pie, tumbando a Auron a la arena. Auron seguía enojado, pero la risa que soltó Willy hizo que su sangre hirviera bajo su piel. Ni siquiera la arena debajo de él se sentía tan ardiente. Estaba listo para saltarle encima y exigir una compensación a los tres por el trato que había recibido hasta que lo escuchó.
―Willy, tío, Vegetta quiere hablar contigo. Oh.
Escuchar de nuevo la voz del Ángel sin la adrenalina de la muerte ni el agua en sus oídos era toda una experiencia en sí. Le retumbó en sus huesos de manera agradable, dejando un cosquilleo persistente en su paso. Volteó el rostro hacia la fuente, deslumbrado momentáneamente por la imagen del salvavidas sin camisa que miraba su rostro desde arriba. Parecía preocupado, ¿por qué?
― ¿Necesitas ayuda? ―Le preguntó el salvavidas. Instantáneamente Auron recordó que seguía boca abajo en la arena, con los lentes de sol cayendo lentamente por su rostro y con una cara de estúpido que no se la quitaba ni Dios. Se sonrojó hasta las orejas, agradeció a todo lo bueno que podía culpar al calor y a la arena y aceptó la ayuda. El salvavidas tomó su mano temblorosa para ponerle de pie de un tirón.
―Muchas gracias. ―Dijo Auron, ignorando las risas silenciosas de Lolito y Fargan detrás de él.
―No te preocupes. ―El salvavidas sonrió. ―Eres el chico de la otra vez, ¿verdad? Me alegro de que te encuentres bien y que hayas decidido regresar a la playa. Pero no deberías meterte en problemas.
―Fue culpa de Fargan.
―Fargan...
― ¡Eh! ¡No fue mi culpa! ¡No les creas!
El salvavidas dejó una caer una mirada de madre decepcionada a Fargan y negó con su cabeza.
―Es que de ti me creo cualquier cosa...
― ¡Pero Luzu!
―Es que eres una rata, Fargan. ―Metió cizaña Willy, parecía que realmente disfrutaba de la situación, pero Auron había dejado de ponerle atención.
¿Luzu?
Auron observó con detenimiento al salvavidas frente a él y puso especial atención en su rostro, concentrándose en las facciones que se encargaría de recordar en el futuro. En sus mejillas levemente sonrosadas, en su bonita sonrisa que adornaba su cara, sus dientes blancos y perfectos y en las patitas de gallo que se formaban en sus ojos de la manera más encantadora posible cada que sonreía. Mientras los demás seguían molestando a Fargan, Auron dejó que su vista viajara desde sus hombros, pasando por su pecho y terminando en sus manos. Admiró los dedos largos, calientitos y callosos por estar tanto tiempo en el agua que las formaban. Y que todavía sostenían la suya.
Comenzó a sudar.
Pero no hizo movimiento alguno para soltarse. No era estúpido.
―Bueno, los dejo. ―La voz de Willy lo sacó de su pánico. ―Que sí Vegetta me habla... vamos, no quiero problemas.
―Te acompaño. ―Le contestó Luzu. Después volteó a ver a Auron de nuevo y volvió a sonreír de la manera que hacía que le temblaran un poco las rodillas. ―No se metan en problemas, ¿vale? Nos vemos pronto.
Luzu soltó la mano de Auron, volteó a ver a los otros dos con advertencia en sus ojos, y se alejó hacia el horizonte en compañía de Willy.
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Baywatch
FanfictionAuron tenía un solo objetivo en mente: Conquistar al guapo salvavidas que le había rescatado del muerte. Más fácil decirlo que hacerlo.