𝑳𝒂́𝒈𝒓𝒊𝒎𝒂𝒔

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-Cariño, ya no llores por favor —le suplico mientras la abrazo— por favor.

Comienzo a llorar junto a ella, siento sus lágrimas caer en mis brazos y resbalar al igual que las mías.

-Me duele mucho Oliver —dice sosteniendo mis brazos con fuerza.
-A mi también me duele, me duele mucho, pero, ¿Sabes por quien soy fuerte?, por ti, por que te amo —sujeto su rostro con ambas manos, mientras ambos aún lloramos— mírame, te amo Mei, no soporto verte así, por favor...
-¡Para Oliver!, por favor, se que tratas de hacer lo mejor pero... —ahora ella sujeta mi rostro— entiéndeme, ya no se que hacer, no se como sentirme, solo quiero dormir, quiero dormir y no despertar nunca, así que dejame, ya no te esfuerces, todo lo que hagas será en vano.
-¿Cómo puedes decir eso?, ¿ya no me amas?, ¡dime!, ¡¿Ya no me amas?!.
—ella llora más fuerte— ¡Claro que te amo! —dice abrazándose fuertemente de mi— ¿Cómo podría no amarte?, tú eres mi vida, pero ya no puedo más Oliver, estoy muriendo por dentro.

No digo nada y solo acarició su cabello, me dejo envolver por su dulce aroma, sintiendo aún sus lágrimas caer.

-Llegará un día en el que te cansaras de lidiar conmigo, tal vez yo muera y tú me olvidarás, y será lo mejor —se separa de mi.
-Oh mi preciosa Mei, ¿por qué dices eso?, te amaré en esta vida y después de la muerte, pues no hay otra persona en el mundo como tú, eres mi vida y mi mundo, y si tu caes, entonces yo caeré contigo —digo esto último y dejo caer algunas lágrimas, ella acerca su mano a mi rostro y limpia las lágrimas para después sonreírme.

«🍁🍁🍁»

-¿Por qué no vas con ellos? —me pregunta tomando un sorbo de su café.
-No quiero dejarte aquí sola.
-Anda, ve, yo me quedaré a dormir, ve, hazlo.
—la observo dudando— no —respondo negando con la cabeza.
-Oliver Riedel irás por qué te lo ordeno —dice riendo.
-Cariño, no puedes ordenarme nada —rio por igual.
-Demonios —anda ve— hazlo por los dos, no te amargues más en estas cuatro paredes.
-Pero Mei... ¿más?, ¿qué no me amargue más? —la observo con el ceño fruncido.
-¿Lo ves?, es que eres un amargado, ahora imaginate metido aquí, te volverás peor.
-Oye, retractate de tus palabras, yo no soy un amargado.
-Sino lo eres, entonces ve, por favor, hazlo por los dos, yo sé que quieres ir.

La observo fijamente, en serio quiere que vaya, pero yo no quiero dejarla sola.

-Está bien —niego con la cabeza— iré, solo por que tu me lo pides.
-Muy bien, llevate un suéter, hace un poco de frío.

Busco un suéter en el armario, una vez esto, me acerco a Mei y beso su frente.

-Me voy entonces, prometo no quedarme mucho tiempo.

Me alejo de ella y observo a Zeus recostado junto a Tony, robándole gran espacio de su cama.

-Les voy a encargar a Mei —me agacho y acaricio la cabeza de ambos, Zeus por su parte me da una mordida, desde que lo conozco demostró que las caricias no son muy gratas para él, y a decir verdad, nunca ha dejado acariciarse, pero así lo amamos.

Me levanto y salgo de la habitación, camino hasta la entrada y salgo, doy un suspiro antes de caminar hasta el auto, entro en este y arranco.

Llego hasta la casa de Till, me acerco a la puerta, toco esta y enseguida abre Till.

-¡Hey! —me da un abrazo— si vi... —me observa fijamente— Meike no vino, ¿cierto?.
-No quiso, pero me obligó a mi a venir —rio— no me quedaré mucho, le prometí regresar temprano.
-Bueno, pasa.

Till entra y yo lo sigo, ahí me encuentro a los demás, se acercan y me saludan.

-Oliver —se acerca Paul— nos hubiese gustado que Meike viniera.
-Yo también —digo cabizbajo— pero no quiso venir.
-Ay Oliver —Paul palmea mi espalda— tranquilo, todo esto pasará.

«🍁🍁🍁»

-¡¿Qué?! —grito por el teléfono sintiendo como mi cuerpo comienza a temblar.
-No... No te asustes —responde la voz del otro lado.

Yo comienzo a caminar a la salida, los chicos me miran asustados, yo solo les hago señas y salgo de la casa.

-Calmate —digo tratando de calmarme a mi mismo— voy para allá.

Cuelgo el teléfono, subo al auto y arranco, Mei me habló avisándome que se ha sentido mal, Dios, lo que me faltaba, yo sabía muy bien que ella enfermaria.

Después de un rato llego a la casa, salgo del auto y entro a la casa corriendo, entro a la habitación y no la encuentro en la cama observo que la luz del baño está encendida, entro ahí y me encuentro a Mei vomitando, me acerco a ella y sujeto su cabello.

-Mei —digo levemente— tranquila.

Después de un rato ella se calma, la levanto para que se enjuague la boca, yo mojo un poco su rostro y una vez esto, la cargo entre mis brazos.

-Te llevaré al hospital.
-¡¿Qué?!, no —comienza a patalear— no quiero ir, dejame.
-No me importa si no quieres ir, yo te llevaré.

Salgo de la casa dejando a Tony y a Zeus exaltados.

Subo a Mei al auto y arrancó rumbo al hospital.

«🍁🍁🍁»

-¿Qué tiene?, dígame —le pregunto al Doctor.
-Tiene una adherencia intestinal, tendremos que hacerle una crujía.

Siento las lágrimas salir de mis ojos, ¿por qué nos pasa esto?.

-¿A qué se debe?.
-Es muy probable que su antigua situación haya provocado eso, no se preocupe, todo saldrá muy bien.
-Gracias —digo y el Doctor se aleja.

Me siento en una silla en la sala de espera, llevo las manos a mi rostro y comienzo a llorar, ahí solo.

«🍁🍁🍁»

-¿Puedo pasar a verla? —pregunto emocionado, el Doctor me ha dicho que la operación resultó muy bien.
-Claro, sólo un momento.

Entro en la habitación donde se encuentra Mei, ella de inmediato voltea a verme.

-Cariño —menciono acercándome a ella— todo está bien, te quedarás toda la noche aquí y mañana por la mañana te llevaré a casa.
-Perdoname —dice llorando— ya no quiero ver tu rostro así —dice llevando una de sus manos a mi rostro para acariciarlo.
-Mei, perdoname tú a mi, yo...
—interrumpe— tú sabes que ha sido difícil llevar esto, tú antes que nadie lo sabe, te amo mucho, pero me está costando llevar esta carga.
-Lo sé, y de verdad deseo que esto solo sea una pesadilla, pero abro los ojos cada mañana y veo que no lo es, pero... ¿Sabes algo? —digo acariciando su rostro— te veo a ti cada mañana, durmiendo, veo tu rostro, cada detalle de este, escucho como respiras, y eso hago, te observo hasta que al fin despiertas, y al ver tus ojos mirar los míos, tengo una razón por la cual seguir adelante, esa razón eres tú.
-Oli —menciona Mei con delicadeza— yo... —suspira— no tienes idea de cuanto te amo, y se que todo es difícil, pero quiero seguir por ti.
-No lo hagas por mi, hazlo por ti, piénsalo, aún podemos ser felices, la vida no se ha acabado, tú y yo podemos intentarlo de nuevo, sólo toma mi mano y promete que no te soltaras.
—ella sujeta mi mano quitándola de su rostro— te lo prometo.
-¿Recuerdas cuando nos conocimos? —digo sonriendo.
—ella sonríe por igual— ¿Cómo podría olvidarlo?.
-Yo lo recuerdo cada mañana.

Ambos sonreímos levemente mirándonos a los ojos y un pensamiento viene a mi mente, dentro de un mes haré una gira con los chicos, ¿qué es lo que voy a hacer?.

Mónica Danfel.

𝙏𝙀 𝘼𝙈𝘼𝙍𝙀 𝙀𝙉 𝙇𝘼 𝙑𝙄𝘿𝘼 𝙔 𝙀𝙉 𝙇𝘼 𝙈𝙐𝙀𝙍𝙏𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora