Precisamente Amy

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"... I came across a fallen tree
I felt the branches of it looking at me
Is this the place we used to love?
Is this the place that I've been dreaming of?

Oh, simple thing, where have you gone?
I'm getting old, and I need something to rely on
So tell me when you're gonna let me in
I'm getting tired, and I need somewhere to begin ..."

Pese al correo constante de Amy, yo no deseaba leerlo en realidad.

Me confieso envidiosa y frustrada por el hecho de haber sido imprudente, pues me costó el viaje a Europa con Tía Carrol, viaje que había proyectado hacer gracias a la intervención de Tía March. Sin embargo, al final la anciana había propuesto a Amy porque yo no era capaz de comportarme como ella deseaba que lo hiciera.

Y por triste que pueda sonar, mi naturaleza me impedía estar de acuerdo con las maneras, formas y parafernalias de una dama. He creído siempre que me entendí mejor con los muchachos porque interiormente soy uno.

"¿Por qué Teddy se habría enamorado de mí? ¿Qué había en mí digno de ofrecer a un muchacho guapo, rico y estudiado?". Estas interrogantes me persiguieron por algún tiempo y la amenaza de que Laurie pudiera entrar en uno de esos accesos de locura y buscarme en Nueva York, se presentó por primera vez en mi vida como un hecho demasiado tangible para ser ignorado.

Teddy entonces creía de verdad que yo me enamoraría del "Viejo". Frederich Bhaer.

Y debo confesar que mi profesor parecía ser una persona más provechosa para mí. Y le quería y respetaba. Pero eso no era suficiente para sentir la pasión ardiente de las novelitas que últimamente me había aficionado a escribir y que tantas muchachas, incluida mi hermana Meg, habían sentido por sus enamorados.

Aquella tarde, después de confesar todo al señor Laurence y llorar amargamente por haber hecho tanto daño a mi mejor amigo, propuso ir con él de viaje a Europa, dado que ya se había graduado (y con honores) y Teddy aceptó.

Partieron con todo el dolor de mi alma, he de confesar, pero no había nada que hacer y aunque lo hubiese habido en ese momento, yo no sabía qué era.

La salud de Beth iba en declive y yo lo sabía. Eventualmente comprendí que Beth estaba preparándose para su partida inevitable y que no decía nada porque era doloroso para ella mentalizarse y hacer acopio de toda su cordura para enfrentarse al momento en que no habría marcha atrás.

Cuando volvimos de la playa, a donde llevé a Beth, fue que supimos que Teddy estaba con Amy.

Precisamente con Amy.

Por primera vez en toda la vida, le di la razón.

Me estaba arrepintiendo de haberle rechazado.

Amy era todo lo que podría pedirse de una señorita de sociedad, educada, correcta, hermosa, con todas las nociones respecto a las expectativas que de ella tenía la sociedad, nociones de las que siempre carecí y que siempre creí no me haría falta entender. Pero en ese instante, deseaba con toda el alma saber y practicar todo lo que Mamá, Meg y la misma Amy me habían tratado de inculcar durante toda una vida, lecciones que nunca atendí por creerlas fuera de mi naturaleza impetuosa y libre.

Cuando Beth me mostró la primer carta de Amy donde refería todo tipo de emocionantes relatos de todo lo que hacía con Laurie, mi preocupación por Beth, mi soledad, mi antipatía, se transformaron todas juntas en un amasijo de profundo dolor que no entendía y que ahogué noche tras noche en la almohada.

Los celos estaban haciendo presa de mí como jamás nunca lo hicieran.

Laurie & Jo: Un lugar que sólo nosotros conocemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora