7

331 39 10
                                    

Le voy a hablar. Eso voy a hacer. Claro. Claro que sí; concéntrate. Soy rápido.

    ¡No, no lo soy! ¡Soy un idiota, lento, que no puede decirle a alguien algo antes de salir corriendo!

     Por favor Valentin, tranquilo. Tranquilo, mentalizado, claro que puedo. Él es solo un chico, común y corriente, tiene casa, y come, y respira, igual que vos.

    ¡Estás loco! ¿LO ESTÁS? Él es Daniel Ribba, ¿entendes? ¡Daniel Ribba! Es el chico que te ha gustado durante meses, ese chico que lo observas y te encanta. Decis que te vas a casar con él, invitaste a todos a su boda. ¡Mira que sos exagerado, chico! Pero, caes en cuenta que no es sólo un chico. Él es «el chico».

    — Valen, ¿en qué pensas?

     Volteo a ver a Mateo y niego.

    — En nada.

    Bueno, no era del todo mentira. Pensaba en ese nada que era todo, pero si el nada era todo, quizá no estaba pensando con relevancia. Claro, solo estaba muriendo lentamente mientras me cuestionaba si hablarle o no sería una buena idea. Estaba nervioso, y algo en mí se mantenía inerte a todo lo que sucedía. Veía a Mateo, a Manuel y a Daniel, alternando la vista, pero sólo eso.

    Quería concentrarme en algo, pero por más que los viera, ni siquiera en Daniel podía. Creo que estaba demasiado consternado por todo, muy temeroso. Comenzaba a sentirme hundido y tímido, y eso era tan, pero tan malo que simplemente me quedaba quieto e inmóvil a lo que los demás dijeran.

    — ¿Estará bien? —escucho de nuevo a Mateo preguntarle a Manuel.

    Sí, los oigo, y sí, les presto atención. Sin embargo, también estoy en otras cosas.

    ¿Le gusto o no? Porque, ¡mierda! Ese chico me hacía dudar tanto que me ponía a bailar en un estado de monotonía, pensando en todo y sintiéndome como un tonto. ¡LOS CHICOS SON TAN COMPLICADOS!

     — Seh —me resta importancia—. Cuando algo le preocupa, o piensa mucho, se queda viendo a la nada pensando en todo.

     No sabía que él ya había nombrado mi estado de cálculo mental.

    Un momento. Si le gusto... Y ya sabe que me gusta... Y ya lo besé, ¿por qué no me ha dicho nada? ¿A caso, en realidad no le gusto?

     — ¿Y cuánto dura ese estado? ¡Parece que va a llorar!

      Oh, bueno, no voy a llorar aunque internamente mi alma sea un mar.

     — Hasta que resuelva lo que piense.

     — ¡Ya veo! ¡Hasta que hable con él!

    Un momento... Denle vuelta a esto, y deténganse. ¿Ustedes creen que yo, sabiendo que estoy hundido, rechazado, expulsado, deshonrando hasta con mis vacas, humillado y casi en la friend-odio-zone, voy a dirigirle la palabra?

     Ya los observo, "dale, no perdes nada". Se que no tengo dignidad, pero, pero, pero, ¡no puedo humillarme más! Hablar con él recita, única y especialmente a... Vergüenza.

     — No voy a hablar con él —menciono firme.

    Mateo me mira, y después mira a Manuel quien también me observa.

    No sé si es porque hablé, o por lo que respondí. Cualquiera de ambas, su mirada aparece ser aterrada y preocupada.

    — ¿Terminó el trance, tan pronto? ¿Terminó de pensar?

    — No, volverá así en un... Olvídalo, ya regresó.

     Por otro lado, si yo no le hablo y sí le gusto... Puedo perder al amor de mi vida por eso, ah, ¿ven?

     oDiO aqUí.

      Por eso las relaciones nunca han sido lo mío y me resigno a ser yo, porque en cuanto alguien me gusta empiezo a actuar como el niño que muy en el fondo soy. Despues me pondré a decir estupideces, y luego inteligencias y todo será una revoltura.

    Hablar con él, no era buena opción.

    No hablar con él, tampoco era buena opción.

    — ¿Vos en qué crees que esté pensando?

     Si supieran que también me pregunto si mi mente se fija en algo, o solo vaga sin rumbo por las cosas.
 
    — No sé, piensa en todo y en nada. Aunque estoy seguro que intenta resolver el enigma de su novio.

    Me exalto y miro a Manuel algo distraído.

     — No es mi novio —digo, lamentablemente.

     Y bueno...

     ¿La conclusión? Mejor me quedo encerrado y aprendo en casa. Supero al amor de mi vida, y me resigno a vivir con mi madre por y para siempre.

     — Sí, está pensando en eso. Aunque, bueno, supongo que justo ahora piensa en su futuro.

    ¿Son adivinos, o qué?

     Da igual, mi mente vagaba principalmente en esa duda:

     ¿Hablarle o no hablarle?

¡Cállate! | WosaniWhere stories live. Discover now