Años atrás
Marcus observo la hora en el teléfono, eran las cuatro de la madrugada así que por ahora parecía suficiente, la pequeña a su lado parecía comenzar a despertarse pues estaba moviendo sus brazos y emitiendo pequeños sonidos.
Lucia adorable.
Dejo el celular estirándose para buscar un cigarrillo, pero el sonido violento de la puerta al chocar contra la pared lo detuvo, una figura masculina invadió la habitación vociferando reclamos, ese hombre era Gerald, el dueño del hotel.
—¿Por qué una de mis empleadas no aparec... —se detuvo en seco al notar una cabellera rojiza seguido de un rostro angelical que conocía muy bien.
No podía ser cierto, no era cierto.
El pecho desnudo del castaño fue como una bofetada, sin embargo, lo que termino por destrozarlo fue ver la pequeña y delicada figura envuelta en una camisa que claramente no era suya, además de la sangre que empapaban las sabanas.
—¡Hijo de perra! —grito perdiendo los estribos.
Se abalanzo sobre el hombre buscando golpearlo, pero Marcus lo sometió riendo, las lágrimas corrían por el rostro de Gerald mientras su respiración se hacía cada vez más dificultosa.
Debido a tanto movimiento la pelirroja fue abriendo poco a poco sus ojos, parpadeo confundida tratando de comprender la escena frente ella, sin embargo, el dolor que la golpeo la dejo sin respiración por unos segundos.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas al ver su cuerpo cubierto por ropa que no le pertenecía, sollozo al notar las marcas rojizas en brazos y piernas, pero realmente lo que más dolía era el interior de sus muslos.
—An-nn-ne —la voz rasgada de Gerald hizo que la pequeña levantara el rostro.
Entro en pánico cuando noto las manos de Marcus alrededor del cuello del otro hombre ahorcándolo, su rostro estaba rojizo y sus ojos llorosos estaban abiertos de forma aterradora mientras una de sus manos arrugadas se extendía hacia la pequeña niña.
Era su culpa, él había dejado que un monstruo se acercara demasiado a una pequeña y radiante luz.
—¡Basta, suéltalo! —chillo tratando de acercarse, pero se quedó congelada de miedo cuando otra figura entro al cuarto, ella lo reconoció de inmediato y una llama de esperanza se incendió en su interior, era el hombre rubio de la otra vez.
Lamentablemente esa ilusión murió rápidamente cuando el hombre cerró la puerta detrás de él mientras sacaba un arma, Gerald cayó al suelo tosiendo desesperado y agarrándose el pecho en busca de aire, pero no logro recuperarse mucho cuando Anthony se aproximó hacia el presionado la boquilla del arma contra su cabeza.
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MORTAL OBSESION { SAGA - AMORES OBSESIVOS I }
Random-Vas a estar siempre a mi lado, Anne. Solo la muerte podrá arrancarte de mis brazos porque si te alejas de mí voy a matarte, adornare tu hermosa frente con una bala y justo cuando dejes de respirar besare tus dulces labios por última vez -susurro A...