Años atrás
La joven niña observo todo a su alrededor asegurándose de que ninguno de los trabajadores del hotel se percatara de su presencia, se sentía como toda una espía al no poder permitir que nadie la viera, era muy divertido.
Se escabullo por el pasillo y sin más salió corriendo a la zona de la piscina la cual se encontraba cerrada por la hora.
El Hotel Paradise era bonito y pintoresco, contaba con varias zonas verdes y lugares agradables de descanso incluso las habitaciones que la niña varias veces había visto al ayudar a su madre a limpiarlas eran muy acogedoras. La pequeña arrugo el rostro al recordar la habitación de ellas, no era muy bonita y era bastante pequeña, pero le gustaba porque su madre la abrazaba por las noches y le decía lo mucho que la quería.
La dulce niña quería a su madre con todo su corazón.
Observo la reja y se metió por el pequeño espacio que estaba roto, sonrió complacida cuando estuvo dentro, camino por el borde de la piscina observando cómo se reflejaba la luna en el agua cristalina luego de unas horas el lugar estaría atestado de personas y su madre tendría que levantarse para limpiar cada lugar del hotel.
—¡Anne! —la niña pego un salto debido al susto soltando su oso de peluche al acto.
La habían descubierto, era una tonta, ahora seguro regañarían a su mamá.
Ella no quería que regañaran a su mamá, no quería que su mamá llorara más.
Giro y se sintió aliviada de que fuera Gerald el que la hubiera atrapado, todos decían que era un viejo amargado, pero a la dulce Anne no le parecía, ella pensaba que solo era un hombre triste y solo.
En el fondo era así, solo era un hombre triste.
Gerald negó, que hacia una niña de nueve años a esta hora de la madruga sola y aun peor cerca de la piscina donde podría caerse y ahogarse, la simple idea le causó malestar.
Se acercó a la pequeña tomando el oso del suelo se lo extendió mientras sonreía, manteniéndose a su altura le acaricio la cabeza con ternura, aunque sabía que más tarde se reprocharía por ello.
—Hola Gerald —susurro tímidamente la pequeña pues había sido descubierta por el jefe de su mamá.
Sí, Gerald era el dueño del Hotel Paradise.
El hombre suspiro aun recordaba cuando por poco no le daba trabajo a Susana y el motivo era justamente la adorable criatura que tenía en frente.
—Hola peque —la saludo y la pelirroja le sonrió dulcemente.
Cuando Susana le había dicho que tenía una hija se había negado rotundamente, no quería a ningún diablillo en su hotel. Por lo general los niños eran molestos, ruidosos y fastidiosos, pero en realidad no era tanto porque no quisiera molestar a sus clientes, más bien era para protegerse así mismo.
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MORTAL OBSESION { SAGA - AMORES OBSESIVOS I }
Casuale-Vas a estar siempre a mi lado, Anne. Solo la muerte podrá arrancarte de mis brazos porque si te alejas de mí voy a matarte, adornare tu hermosa frente con una bala y justo cuando dejes de respirar besare tus dulces labios por última vez -susurro A...