La razón 3/3

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Izuna y Tobirama habían llegado a su destino que por desgracia empezó a llover y tuvieron que quedarse en la cabaña.
Se escuchaban las gotas de agua caer sobre el suelo de tierra, las hojas de los árboles se movían por el aire y el cielo nublado, todo esto lo contemplaba Izuna desde una ventana.

Y aunque todo estuviera cerrado, el frío se hizo presente y el cuerpo del Uchiha se empezó a enfriarse provocando escalofríos en este.
Entonces se levantó del sofá y fue a dirección de la habitación para buscar alguna cobija que lo proteja del frío.

Cuando entró al cuarto no espero ver a Tobirama durmiendo en la cama y por una vez en su vida ¡observo el rostro sereno de su rival!

No podía creer lo que veían sus ojos, se acercó más a la cara del otro y también noto su respiración relajada. Pegó su oreja al pecho del albino para comprobar que estuviera durmiendo, si lo estaba, el problema fue que Izuna se dio cuenta de la cercanía y se separó bruscamente con su cara roja por la vergüenza.

Dio media vuelta para pararse enfrente del clóset, donde encontró lo que buscaba. Después salió de ahí y volvió al sofá para sentarse ahora con su cobija, pero no sin antes haberse preparado un café caliente.

Izuna suspiro pensando en los días que pasaría al lado del Senju —aburrido— se dijo casi en un susurro.

Los días transcurrieron muy lento para la pareja, pues ninguno pudo entablar una plática, siempre fueron peleas de su orgullo.

Llegó el último día de la Luna de miel Izuna se encontraba empacando sus cosas en una maleta.
Tobirama estaba recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados observando al Uchiha quien de inmediato sintió la mirada del otro y giró su cabeza de modo que lo pudo observar mejor.

—¿Que? — dijo Izuna

—Tu panza — dijo apuntando al estómago del azabache.

—Ya lo sé, han pasado dos meses—el vientre de Izuna ya estaba un poco abultado pero tampoco demasiado.

—Será mejor que ya nos vayamos— Tobirama se fue dejando sólo al azabache.

Izuna se acarició el vientre para después tomar su maleta e irse de ahí.
En la salida lo esperaba Tobirama y este tomó la maleta de Izuna para aguardar la en la cajuela del auto. Al Uchiha le sorprendía la caballerosidad del Senju a pesar de lo fatal que se llevaban.

Los dos subieron al auto y el albino lo encendió para emprender su camino a casa. La noche se hizo presente y el hambriento estómago de Izuna causó que se detuvieran en un hotel.

Cuando entraron el Uchiha corrió hacia la barra de comida y pidió unos dangos, Tobirama se acercó y encargó una orden de ramen.
Se les fueron entregadas, después se hospedaron en una habitación del hotel, se fueron al cuarto 108.

En la habitación incluía una cama matrimonial, un pequeño comedor para dos personas, un baño y un sofá con vista al balcón.
El Senju y el Uchiha se sentaron en el comedor para así poder comer, una vez que terminaron se fueron a dormir.
¿Y cómo dormían? Pues se peleaban por la cobija, abarcaban el espacio del otro, cosa que generaba un conflicto.
Y finalmente quedaron tranquilos cuando se dieron la espalda.

Al día siguiente se fueron del hotel para seguir su camino a casa. Su casa, la casa que ahora en adelante tendrían que compartir.

Al llegar sus hermanos y sus padres los esperaban con un cartel en grande que decía 'Bienvenidos' Madara fue con su hermano para abrazarlo y notar el vientre.

—Izu no te hizo algo esa rata albina.

—No nii-san, sabes que nunca me dejaría

—Más le vale, porque si no lo mató.

Oɴᴇ-sнoт's ToʙιIzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora