Capítulo 13

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Philips se paró sobre el freno evitando caer por el risco... yo solo podía ver al imbécil de Steve entrando a la aeronave.

-rápido, al centro de comunicaciones-

-usted no me da órdenes agente Rushman-

-pero hoy yo si... de la vuelta- ordenó la castaña

-yo y mi bocota...- refunfuñó el coronel –pero quien comandará a los hombres? –

-tú-

-eso si me gusta...- afirmó bajando del vehículo –muy bien señoritas, tengo nazis que matar...- agregó recargando su pistola cargando hacia dentro de la base

-bien Nat... qué haces? - preguntó cuándo di un ágil salto hacia el asiento del piloto

-te explico luego tu solo obedece-

-lo primero por supuesto que lo harás... lo segundo no... pero conduce tú, no sé cómo manejar esta cosa-

-como ordene- finalicé acelerando el auto hacia la salida.

(...)

Unos veinte minutos después entramos corriendo a una habitación llena de tecnología de comunicaciones extremadamente retro.

La castaña corrió a un cadete y comenzó a buscar la frecuencia de la nave hasta que...

-alguien me copia? –

-Steve? –

-Peggy?, eres tú? -

-sí, soy yo... dónde estás? -

-ya es muy tarde...- no podía creer que sería testigo del famoso ultimo dialogo entre Steve y Peggy, cientos de libros, películas, obras de teatro y hasta un musical de Broadway recrearán esta conversación en el futuro, pero Rogers siempre decía que ninguna se acercaba a la realidad...

-por qué es tarde? -

-el avión lleva varias bombas y se dirige a Nueva York...-

-pero Steve...-

-Peggy, no hay otra salida... lo estrellaré en el hielo- el silencio era triste y sepulcral

-no Steve, podemos solucionarlo, tenemos tiempo-

-Peggy, es mi decisión... tendremos que atrasar ese baile- soltó el rubio seguramente con su típica blanca sonrisa esperanzadora... como siempre, el trataba de llenar de luz aquel pozo de tristeza que sumía a la habitación...

-el viernes a las 9:00, no llegues tarde...-

-pero aún no se bailar...-

-yo te enseñaré-

-espero que la banda toque algo lento, sería una pena que...-

Silencio, un abrumador y terrorífico silencio... solo una persona tenía el derecho a romperlo.

-Steve...? Steve...? – los lamentos de la castaña resonaron en toda la habitación.

-Nat, Nat me oyes? – habló la única voz que quería oír en este momento.

-Rogers... donde diablos estas? - respondí encerrándome en una habitación cercana

-Nat escucha, estoy en una de las bombas y caeré en las costas de noruega... tengo el Teseracto-

-te rastrearé con el localizador e iré para allá-

-y Nat... perdón por asustarte, te quiero- agregó derritiéndome el corazón.

-tendrás que compensarme para que te perdone-

-haré lo que sea- soltó sacándome una malévola sonrisa.

La MisiónWhere stories live. Discover now