Capítulo 9

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Joaquín

Me sentía nervioso.

Era la primera vez que un chico me invitaba a una cita.

Tenía a Daniel enfrente mío esperando mi respuesta para ir por un helado.

Literalmente parecía que el ratón se había comido mi lengua, porque no podía emitir ninguna palabra.

Dios, mi corazón era un desastre, estaba latiendo al mil por hora; veía como la sonrisa de Daniel iba desapareciendo y mostraba inseguridad.

¿Qué iba a hacer yo en un primera cita? Más bien; ¿qué se supone que se hacen en las primeras citas?

Diablos, creo que debí haber leído aquella revista de primeras citas.

—Entiendo perfectamente que sea un no —me dijo agachando su mirada—. Creo que estoy yendo demasiado rápido.

—Bueno yo, en realidad nunca dije que no —eleve una ceja. ¿Cómo llegó a la conclusión de que le diría que no?

—Es que por tu silencio entendí que era un no —levanto la cabeza. Sus mejillas estaban sonrojadas.

—Sinceramente me quedé en shock, estuve procesando lo de la cita y no me mal entiendas, pero si me tomo por sorpresa y por un momento olvidé colo hablar —le contesté un poco nervioso y enredando mis palabras, ni yo mismo me logré entender.

—¿Entonces es un si? —me pregunto. Su alegría volvió y sus mejillas se pusieron aún más rojas.

—Claro, solamente que no se que hacen en las primeras citas —le contesté con sinceridad.

—Yo tampoco sé qué se hacen en las citas, pero juntos podemos aprender —estaba emocionado y yo nervioso, espero que esto no sea un fracaso.

—Esta bien, veamos que sucede —empecé a caminar y el camino a mi lado, en su rostro llevaba una enorme sonrisa que estoy seguro nadie de la quitaría.

—Será genial —susurro feliz—. Gracias por aceptar mi invitación.

—De nada —lo mire y le dedique una sonrisa pequeña.

—¿Tomamos un taxi, camión o nos vamos a pie? —me pregunto.

—Para mi estaría bien irnos a pie, no me gusta viajar en transporte público —le respondí sin detenerme—. Pero como tu decidas está bien.

—Por mi tampoco hay problema en irnos caminando —me dijo.

Y con eso dimos fin a nuestra pequeña conversación. No sabía con exactitud a qué heladería iríamos, yo solamente le iba siguiendo el paso.

El día era muy bonito y hacía calor.

En el transcurso del camino un silencio cómodo nos acompaño, solamente había ruidos de la ciudad y uno que otro pajarito.

Después de una eternidad llegamos a la heladería, se veía bien, tenia aire acondicionado y su ambiente era tranquilo.

En el local habían pocas personas y la fila no era tan larga como imagine.

—Si quieres toma asiento y yo pido nuestros helados, digo para no hacer mucho bulto —dejo su mochila en una silla.

—Me parece bien, me dices cuanto cuesta el helado y aquí te lo pago —le dije tomando asiento.

—Yo te estoy invitando, así que por lógica yo pago, ¿va? No hagas sentir mal —me dijo con un pequeño puchero.

—Esta bien, pero a la próxima yo pago. Que mi helado sea de vainilla con chocolate —le pedí y saque mi celular para enviarle un mensaje a mi mamá.

—Bien —y sin más se fue a formar en la pequeña fila.

No tardo ni cinco minutos y ya estaba aquí sentado enfrente mío con nuestros helados. Me dio el mio y comenzamos un platica amena de cosas sin importancia.

—Y dime una cosa, ¿Emilio y tu son algo? —genial, no quería volver a escuchar ese nombre, suficiente tengo con que vaya a estar en el mismo equipo que yo.

—Emilio y yo no somos nada, ni siquiera amigos por si te lo preguntas y prefiero no hablar de él, se me hace un tema incómodo y no creo que venga al caso —le contesté un poco avergonzado.

—Disculpa —dijo apenado.

Dudando de mi heterosexualidad | | [Emiliaco] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora