"No nací para ésto"

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Hace dieciocho años atrás huyeron.
¿Me protegían? Lo dudo, y si fuera así, ¿de quién?

Era Navidad.
Pasar las fiestas en Nueva York con dos personas que no conocía, no era una idea tan brillante de parte de mi abuela.

Resultó que esa navidad, el año pasado, conocí a mis padres por primera vez...

Mi abuela me ha explicado porqué su hija y su nuero tuvieron que dejarme, pero sé que hay algo que no está contándome.

¿Pensará que creeré que son agentes secretos y buscan desesperadamente a un asesino?

Me suena irreal. Tan falso, porque, dieciocho años... y ni siquiera una visita secreta.

Vaya tontería.

Ethan Mendes está de mi parte cuándo digo que mi vida de adolescente no es fácil sin ellos, pues mi abuela dice lo contrario cada vez que lo menciono.

Soy Andi Nahomi De Paiz Kirk, una chica de cabello ondulado color café rubio y mechos color miel. Mis ojos son exactamente del mismo color. Mi piel es bronceada y tengo un par de lunares en la cara.

Vivo con mi abuela Bailee Kirk a veinte minutos de la ciudad y a cuarenta del instituto, lo que significa que no tuve mucha oportunidad de estar en una academia de baile, mi deporte favorito.
Hace unos años practiqué patinaje artístico, y se me da muy bien.

Siempre ha sucedido que al momento de escuchar cualquier ritmo en cualquier sitio, mi cuerpo no puede resistir la sensación de moverse y expresarse... y lo mismo pasa cuándo canto.
La música despierta sentimientos que tengo en mi interior y, no puedo contenerlos.

-

Entré al instituto, y me sentí normal... ningún tipo de problema ni miradas, simplemente paz... pero a pesar de ello sentía ganas inexplicables de llorar.

Al menos eso sentía al principio; al pasar por el campo de fútbol me contradecí a mi misma.

Extrañamente me llamó la atención un muchacho que por más tiempo que lo veía, más notaba que él hacía lo mismo. Un chico del equipo de fútbol tenía la camisa marcada con sus músculos y un par de venas que le sobresalían, era lindo. Fue cuándo por fin crucé toda la orilla del campo y mi tentación de seguir viéndolo se esfumó.

Fui directo al club de Carpintería; un edificio pequeño de dos pisos.
A pesar de ser un club dónde sólo se hacían piezas con madera, el lugar era de los más modernos del instituto.

Al entrar visualicé en los sofás rojo escarlata del fondo a "las pesadas" como las llamaban últimamente, no son exactamente el tipo de personas con las que me gusta convivir... pero gracias a ellas me siento más una persona que un bicho raro.

—¡Vaya!, ya era hora. – exclamó impaciente Sophie Hewith.

—¿Por qué tardaste tanto Andi?. No, espera, no me digas que pérdida de tiempo. ¿No te das cuenta de que muchas personas hacen fila para ser mi amiga o la de Sophie?. Te recuerdo que solo eres parte de nuestro grupo porque nos cansamos de Danna. –《 Fue al revés. – pensé – Al revés 》– Así que ten cuidado. - me amenazó Sarah Douglas.

—Lo siento, ya estoy aquí.

—No por mucho.

—De acuerdo chicas, silencio, hagamos esto rápido. – Sophie desbloqueó su celular y comenzó a grabar – Perras del segundo año, ¡aquí estamos! – gritó a la vez que Sarah aplaudía – "El Trío de las perras más populares de la escuela".

—Empezaré yo. – avisó Sarah, metió una mano a su mochila buscando... ¡un cigarrillo!, ¡yo nunca pero jamás he fumado! – No te asustes Andi, no es la gran cosa. – al parecer había notado mi mueca.

Sophie grababa con una mano y con la otra tomaba la mano de Sarah, para terminar ésta me la tomó a mí.

—Las cosas son así, Andi, juraremos estar juntas y no separarnos pase lo que pase, después, viene la calada al cigarro sellando así la promesa. – explicó Sophie como si fuera lo más normal del mundo – Cualquier información que la otra necesite, lo investiga a fondo y nos lo hacemos llegar; si tenemos que mentir sobre algo, debemos hacerlo; si tenemos que hacer algo ilegal, pues adelante. No es tan difícil, An. – sacó un encendedor para prender el cigarro, y le dio una calada tan fuerte que al terminar expulsó toda la nube de humo a mi cara.

Tosí.

—Yo estoy más que de acuerdo. – respondió Sarah arrebatándole el cigarro a Sophie y calando ella esta vez.

Sabía en lo que me estaba metiendo, los actos ilegales no iban conmigo... ¡Ni siquiera quería fumar por algo estúpido!... pero me faltaba un año para graduarme y no estaba dispuesta a seguir siendo una do-nadie el resto de la preparatoria.

—Bien. – respondí sellando mi juramento.

Sarah me dio el cigarro que compartió con Soph y ambas me miraron con atención. Me acerqué el cigarro y sin saber cómo, ya lo había probado.

No me imaginé de la de humo que puede hacer esa cosa. ¡Que asco!

Al verme toser como novata, se burlaron a más no poder, y claro, seguían grabando.

—Andi, no seas tan estúpida, por favor. Todos saben que en la primera vez no tienes que hacerlo de esa forma. – seguía burlándose Sophie, yo en cambio seguía tosiendo.

—Mañana, cielo, no vengas con eso.

—Intenta ponerte algo más sensual.

—¿Sensual? –《 Por Dios, ¿en qué me metí? 》

De regreso, el equipo de fútbol había terminado su entrenamiento, lo que significaba que probablemente estarían en las duchas ó en dentro en el instituto. Para ser sincera, me hubiese gustado volver a verlo.

Al abrir las puertas que daban del campo a la primera planta del edificio, las personas nos dedicaban toda su atención... nunca había pasado eso, al menos conmigo, nunca nadie había notado mi presencia en ningún lugar... aquel día fue el inicio de mi vida social, o al menos eso esperaba.

Sophie caminaba justo en medio de nosotras a unos pasos enfrente, meneaba su coleta roja y ondulada de un lado a otro mientras dedicaba una mirada hambrienta de besar a cualquier chico que se le cruzara en su camino y le respondiera a su mirada con una sonrisa.

Por otro lado, Sarah obligaba a todos los chicos a derretirse por ella con tan solo mirarlos, con cada paso que daba, clavaba sus ojos en los de los chicos... todos y cada uno la contemplaban de la cabeza a los pies, pero lo que más le gustaba a Sarah, era rechazarlos.

En cambio yo, al experimentar todas esas miradas sobre mí, confirmé que no me gustaba para nada, sólo lograba sentirme incómoda.

Mi corazón latió más fuerte cuándo vi al chico del campo sentado en una de las mesas de la cafetería.

A lo lejos escuchaba como gritaban -¡Patrick, Patrick! - los del equipo de fútbol dirigiéndose a él.
Cuándo pasamos a un lado de ellos... se percató de nuestra entrada, nos observó una por una, y al final no pudo quitarme la vista hasta que desaparecí del pasillo.

Punto; Y Coma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora