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El sol asomaba a lo lejos, anunciando un nuevo día con su amanecer. Dejando atrás una noche de pesadilla y de corazones agitados por el miedo. Se había logrado frenar el futuro bélico y resguardar de nuevo la paz. La tranquilidad bailaba al alrededor de todos.

En esos precisos momentos Boruto no podía evitar volver a recordar que tan importante era el trabajo de un Kage. Un puesto que en su juventud había aborrecido con creces, pero que a medida que fue creciendo y madurando, comprendió el esfuerzo que conllevaba ser uno.

Luego de que una débil Sumire despertara, se mantuvieron por un rato más en aquel santuario, en silencio, procesando todo lo que había pasado. Boruto no había soltado su mano y ella incluso había apoyado su cabeza en su hombro, agotada. Ambos sintieron aquel momento muy intimo. Donde las palabras sobraban, el calor corporal hacia su trabajo.

Hasta que Takuna anuncio que se marchaba y que quería despedirlos en la salida en la cueva.

—¿Te vas?

Ya no hay nada que cuidar — sonrío lánguido —. Mi momento de descansar a llegado.

Sumire mojo sus labios y le sonrío tristemente, en el poco tiempo de conocer aquel espíritu, le había agarrado afecto, mas todavía cuando la ayudo efectivamente a volver de aquella agonía. Tras un breve rezo, el espíritu les miro tras una sonrisa.

Fue un gusto conocerlos—, susurro al segundo de desaparecer por completo.

Boruto observaba a Sumire despedirse ahora del Señor Nakamato y su hija Sele luego de que él hiciera lo propio. Se habían refugiado en el bosque como les había ordenado Sumire en un principio. Afortunadamente no hubo perdidas, y los heridos sanarían con los días.

—Fue un gusto conocerte y trabajar contigo Sumire —dijo Sele tras abrazarla.

—Los mismo digo, y mi oferta sigue en pie. Espero un día verte visitar Konoha.

Nakamoto le apretó el hombro con afecto.

—Usted es muy valiente jovencita — La alagó. — Sin duda los ninjas de Konoha le hacen justicia a su reputación — expreso mirando a Boruto y Sumire, la gratitud brillando en sus ojos negros.

—¿Qué harán con el cuerpo de Kaesu?— espetó Sele.

—Lleváramos a Konoha para que lo procesen —pronuncia Boruto, tocando un pergamino amarrado al cinturón de su pantalón, donde había guardado el cuerpo inerte de Kaesu.

—¿Seguirán con la expedición? — pregunto ahora Sumire.

—Ya terminamos con lo que podíamos encontrar del Clan Himitsu, ahora solo faltaría darle su historia a todas esas restauraciones y que el mundo las conozca — hizo una pausa antes de volver hablar —. El mal de Kaesu no eclipsare a su clan.

Boruto y Sumire alzaron su manos de nuevo cuando estuvieron ya a varios metros del lugar donde había sido la excavación. Todavía había un grupo aglomerado aun a lo lejos despidiéndoles a ambos.

Se miraron antes de asentir y saltar hacia los árboles, en dirección hacia su hogar.

Konoha.



Era de noche cuando se habían detenido para descansar en un claro a pesar de las protestas de Sumire. Pero Boruto había notado como tropezaba de vez mientras saltaba por los árboles y se detuvo de inmediato y colocando la mejor expresión impertérrito ordeno descansar, pensando en su bienestar.

—Podemos descansar un poco más del amanecer, no hay apuro, estamos ya casi cerca de Konoha— espetó Boruto mientras le pasaba una lata con fideos.

𝒮𝑒𝓃𝓉𝒾𝓂𝒾𝑒𝓃𝓉𝑜𝓈 [Boruto x Sumire]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora