Capítulo Dos

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Ecos de media noche

Antes de terminar la conversación, el visitante tomó sus cosas denotando su intención de partir. La madre de Will había dejado clara su decisión y no tenía sentido seguir insistiendo.

Repentinamente el extraño sujeto clavó su mirada en la puerta tras la que el muchacho se ocultaba. William trató de disimular su presencia rápidamente, un corrientazo recorrió su espalda paralizándolo, podía sentir la mirada de aquel hombre atravesándolo. Sabía que estaba ahí.

El chico, sintió como toda la fuerza se escapaban de su cuerpo. Se apoyó sobre la pared un momento y se deslizó lentamente hasta quedar hecho un ovillo en el piso. Su respiración se volvió profunda, trataba de recuperarse. Apenas tuvo la energía para moverse, subió a su habitación y cerró la puerta.

Ya en su cuarto, solo se dejó caer sobre su cama con los ojos cerrados tratando de escapar de aquella sensación. La cabeza le daba vueltas y el corazón golpeaba su pecho a mil por hora.

Sabía que la conversación continuó en el piso de bajo durante un par de horas, pero él ya no era capaz de escucharlos.

Después de un tiempo escucho un pequeño golpeteo en su puerta.

– ¿William?

Era su madre. El chico se incorporó lentamente, pero no respondió. En ese momento, no sabía muy bien que sentir, estaba confundido y cansado de todo.

Miró por la ventana de su cuarto justo antes de que los últimos rayos de luz se perdieran. Rápidamente el cielo tomó su oscuro color, pero las nubes ocultaban la luna y las estrellas.

Al bajar la mirada, ya no vio el lujoso auto de aquel extraño visitante. "Seguramente ya se marchó" Pensó el muchacho.

¿Quién rayos era ese hombre? Parecía ser un conocido de sus padres, obviamente sabía mucho sobre su familia... tal vez, más de lo que él mismo lograba entender.

– Will, hijo mío – Dio otro par de golpecitos a la puerta y trató de girar la perilla, pero la puerta estaba cerrada – Tenemos que hablar.

Su madre yacía al otro lado de la puerta con aire de resignación. Sollozaba como alguien que ya hace mucho había perdido todo lo que le importaba. Como a cualquier hijo, esto le partía el corazón. Pero William no quería salir, verla a los ojos no era algo que podía hacer en este momento. Así que solo se mantuvo en silencio. Necesitaba respuestas, pero no sentía que pudiese confiar en lo que sea que quisiese decirle su madre.

La mujer se quedó un par de segundos, después de un rato esperando, y al no recibir respuesta, el sonido de sus botas alejándose indicaba lo obvio, se marchó.

El ambiente se tornó frio en cuestión de segundos y un profundo silencio invadió el lugar.

Volvió a fijar su mirada en el cielo. Soltó un extenso suspiro y su aliento empañó el cristal. Antes de que el vaho desapareciera, volvió a exhalar con fuerza y colocó la palma para tratar de dejar su huella. Durante al menos unos segundos, unos extraños símbolos brillaron sobre la ventana.

El viento arremetió violentamente contra las paredes de la casa rompiendo el silencio. Un par de gotas de lluvia se estrellan contra algún cristal, luego otra, y otra más. Estas fueron aumentando progresivamente hasta que la lluvia lo cubrió todo.

Un relámpago alumbró el cielo y, durante la fugacidad del mismo, vio algo escondido entre las sombras. La demoniaca figura se encontraba parada entre los árboles, a unos cuantos metros de su hogar.

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