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Recuerdo el día que nos conocimos. O, mejor dicho, que nos presentaron. Cuando esa mescla de colores, que tienes por ojos, me miraron por primera vez. Fue en el despacho de Jack Crawford, el director del departamento de Ciencias del Comportamiento del FBI. El hombre tenía entre manos un caso que lo superaba y, desesperado por atrapar al culpable, había acudido a ti. Al inestable pero súper dotado de empatía y alto grado de imaginación, profesor de Criminología de la Academia del FBI: William Graham. Ese día fue de una maravillosa revelación: No tengo remordimientos de nada.

No había manera en que pudiera olvidarte. El que pudieras verme me dejo tan asombrado como extasiado. Mi curiosidad, esa caprichosa invasora, me guio en el camino. Si me permites que te lo diga, me volví a sentir como un niño. Como el profesor de antaño. Adentrándome en ti, moldeándote y dejando que me leyeras (a medias y con cautela, pero lo permití. Como a ningún otro). Inclusive te seguí a tu casa, esperé hasta que estuvieras solo y me metí en tu habitación mientras dormías. Fue una de esas afortunadas noches donde podías dormir tranquilamente. Tengo que admitir, Will, que luces apetitoso cuando tienes pesadillas, pero sin ellas luces hermoso; si me permites la osadía. Me senté a tu lado y, entre miles de pensamientos, supe que nunca te dejaría ir.

Mi mente me juega sucio cuando estoy en la quietud de la noche, solo y desvelado, observándote. Mis sueños de formar un vínculo personal e íntimo contigo, se torna depravado. Sé que esto parece mal, imaginar esas escenas altaneras no ayuda cuando no hay nadie a mí alrededor y soy libre para hacer lo que mi instinto primario desee. Pero sólo soy un criminal enfermo enamorado.

Puedes arrestarme, Will.

No me quiero ir.

Bloquéame y tira la llave.

No me importa si estoy en un profundo problema.

Soy adicto a tu amor.

Seré tu prisionero.

Seré tu prisionero esta noche.

Estoy bajo tu hechizo y simplemente no puedo tener suficiente.

Me despertaste más tarde en la mañana, mirándote en tu sueño. Como un ciervo que no podía ver la luz del carro parpadeé aturdido. Te alteraste, pudo haber sido por cualquier otra cosa, pero la forma en que respirabas me lo decía todo. Me gritaste desde adentro de tus pulmones. No lo podías creer, pensabas que era un sueño. Después de todo, me creías de impecables modales. Eh irrumpir en casa ajena mientras el dueño duerme es de muy mal gusto. Pero, ¡Oh Will! ¿Tú me haces cometer locuras, no te has dado cuenta? Sabes, yo nunca he querido que me dejes ir. Pero lo hiciste. Sé que esto parece mal. Pero sólo soy un criminal enfermo enamorado.

Puedes arrestarme, Will.

No me quiero ir.

Bloquéame y tira la llave.

No me importa si estoy en un profundo problema.

Soy adicto a tu amor.

Seré tu prisionero.

Seré tu prisionero esta noche.

Estoy bajo tu hechizo y simplemente no puedo tener suficiente.

Oh, Will. Estoy preparado para todas las consecuencias. Voy a hacerlo. Créeme, tengo las peores intenciones. Te dañare, te arrastraré hasta el borde de ti mismo, te inundaré de muerte y locura, te convertiré en mi otra mitad. Te obsequiaré un raro presente, solo para ti. Oh, Will. Estoy preparado para todas las consecuencias. Créeme, tengo las peores intenciones. Créeme, créeme.

Sé que esto parece mal. Pero sólo soy un criminal enfermo enamorado.

Puedes arrestarme, Will.

No me quiero ir.

Bloquéame y tira la llave.

No me importa si estoy en un profundo problema.

Soy adicto a tu amor.

Seré tu prisionero.

Seré tu prisionero esta noche.

Estoy bajo tu hechizo y simplemente no puedo tener suficiente.

Seré tu prisionero... esta noche

Seré tu prisionero

Estoy bajo tu hechizo y simplemente no puedo tener suficiente

... Will termino de escuchar el audio que Hannibal Lecter le envió, tras recuperarse de su estadía en el Hospital de Baltimore por la puñalada del ex doctor. Abigail, quien también sufrió la ira del psiquiatra, se recuperaba todavía de la degolladura en el hospital.

Volteo a ver a Alana, pálida como una hoja (que milagrosamente también se salvó de la muerte, tras estar varios meses con tratamientos avanzados) y a Jack, asqueado por lo dicho en la canción-declaración (también con la suerte de su lado, pues solo conservaba una cicatriz de su encuentro contra el caníbal). En lo que a él respecta, jamás lamento tanto no poder expresar sus sentimientos a tiempo.

Hannigram (Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora