Final ✨

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Para mi Vegettita:

Aún no puedo aceptar que estés... estés... No puedo pronunciarlo, lo siento...es demasiado para mi... Mangel y el psicólogo dicen que decirlo en alto me ayudara a aceptarlo, pero simplemente no puedo... Cada vez que lo intento las lágrimas me impiden hablar. Todos dicen que es normal que me sienta tan mal, pero ellos no entienden mi dolor. Es más parece que no les afecta tu... tu... bueno ya sabes... Nunca los veo llorar, aunque quizás no lo hagan delante mía para que no sufra más. Espero que sea eso porque no soporto más verlos actuar tan normal cuando estoy con ellos. Es enfermizo.

De todas maneras la gente me dice que estoy mejorando mucho respecto a mi depresión, pero yo siento todo lo contrario. Cada día que pasa te extraño más y me culpo de que ya no estés aquí, de que quizás pude haber llegado un poco antes y evitar que te tiraras. Si te hubiera prestado más atención a lo mejor podría haber visto lo mal que estabas, pero solo me fijaba en tus hermosos ojos. Siento que la vida no es justa y desearía ser yo el que está en el cielo, pero debo seguir adelante con mi vida. A ti no te gustaría verme tirado en cama llorando durante todo el día así que he intentado hacer cosas normales para distraerme, pero todo me recuerda a ti. Incluso algo tan simple como tomar una taza de café o mirar a las estrellas. Es tan difícil superarlo así...

Por las noches todo es mucho peor, ya que siempre apareces en mis pesadillas, desvaneciéndote en mis brazos. Mangel duerme conmigo, y dice que siempre grito tu nombre al dormir. Yo le creo, ya que en las pocas horas que consigo dormir siempre vuelve el mismo recuerdo, el tuyo en aquella blanca camilla de hospital. Me acuerdo de ese día como si lo hubiera vivido hace unas horas, parece que me lo hubieran tatuado a fuego en el cerebro. Voy a intentar relatártelo, ya que el psicólogo dice que me voy a sentir mejor después de eso. Así que allá va:

Recuerdo que yo estaba de camino al hospital, con un ramo de flores violetas para ti. Ese día me había levantado de buen humor, y tenía esperanzas de que te recuperarás pronto, no sabía que las cosas iban a ir tan mal. Cuando llegué al pasillo estaban Alex y Luzu en la puerta. Me pareció un tanto extraño ya que los médicos nos daban horarios para no coincidir todos juntos allí, pero no le di demasiada importancia. Cuando me fui acercando me empecé a preocupar, ya que Luzu abrazó a Alex, consolándolo. Desde ahí no les vais las caras, por lo que no sabía que estaban llorando. Cuando estuve a un metro de ellos vi lo destrozados que estaban y me tenía lo peor. No me equivocaba.

-Oye Rabis...

-No, no. -dije con la voz temblorosa. -Dime que no...

Negó con la cabeza y Alex bajo la mirada mientras lloraba. Luzu siguió hablando, pero dejé de escucharle después del "lo siento". Con el corazón en un puño entre en tu habitación, y allí estabas tú. Mi cuero dejó de funcionar en cuanto vi que tu pecho no se movía. Por un segundo me quede paralizado, asimilando que nunca más volvería a oír tu melodiosa voz. Quería llorar, pero me sentía demasiado vacío. Solo podía mirar tu cuerpo inmóvil en la camilla.

-Lo siento... -dijo el doctor. Esas palabras sonaron tan vacías para mi que incluso las encontré insultantes. Él no entendía el dolor que perforaba mi corazón, que se callara la boca.

Lentamente te tapo el rostro con la manta, pero yo seguía sin derramar una puta lagrima. Mientras la sabana te cubría, intenté memorizar cada rasgo de tu rostro, para no olvidarlo nunca. A pesar de la palidez de la cara te seguías viendo hermoso. Cuando terminó salí de la sala con el estomago revuelto. Notaba como la gante a mi alrededor me miraba con pena, pero no les prestaba atención.

Con el rostro contraído por el dolor recorrí el pueblo. No sabía muy bien a donde iba, solo me dejaba llevar por mi maltratado corazón. Quería alejarme lo máximo de esas miradas de falsa comprensión. Sin pensarlo demasiado subí a la casa que habíamos construido juntos, no sabía como había llegado allí, pero eso era lo que menos importaba. Una vez sentado en la cama rompí a llorar de una vez por todas. Lloré por todos las cosas nuevas que nunca podríamos hacer juntos, por todos esos recuerdos que con el tiempo se irían desvaneciendo.

Mientras escribo eso estoy llorando tanto como esa tarde. A pesar de que no salgo a penas de casa, cuando lo hago siempre me encuentro con las mismas miradas de "compasión". Joder eso es lo que más odio, son tan falsas. Por no hablar de él "te entiendo", NO tú no entiendes nada. Es todo tan fingido y para quedar bien... Lo peor es que tengo que fingir una sonrisa para no preocuparles. Sin ti todo es una mierda.

Si te lo estas preguntando, de Willy no sé nada. Desde ese día no volví a verlo, es como si se hubiera esfumado del mapa. Los demás están bien, bueno, todo lo bien que se puede estar. De vez en cuando vienen a visitarme y ver si mi depresión a mejorado, pero se van rápido. Él único que sigue a mi lado es Mangel, se lo agradezco mucho, sin él probablemente yo no estaría escribiendo esto. Ni siquiera estaría, probablemente intentaría seguir tus pasos, en un intento de reencontrarme contigo.

Bueno, creo que ya voy a terminar esta carta, si no se va hacer eterna. Me costó mucho escribirla, ya que con cada frase comenzaba a llorar y las letras no se daban leído.

Puede que tu rostro se desvanezca en mi memoria, pero nunca te olvidaré Vegetta.

Te quiero...

El osito


Traición/ Karmaland AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora