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Лайка, Órbita Terrestre—Thanks, bro! — Exclama el estadounidense desde su actual ubicación: el flamante hotel espacial ruso, el primero de su tipo y, para su desgracia, un establecimiento soviético dado que fue Roskosmos, una Agencia Espacial Rusa, la que prescindió de su Estación Espacial Internacional para instaurar un negocio bastante rentable.
Y ambos descendientes de Inglaterra intercambian algunas palabras más antes de que el canadiense se despida de su consanguíneo, el cual por vez primera en siglos ha decidido conmemorar su independencia sin una gran celebración de por medio. En parte debido al luto mundial por los fallecidos a causa de la mortal HAN4A3 y, por otra, porque deseaba pasar un tiempo a solas con su pareja.
No es que les faltase convivencia en aquellos meses en que los laboratorios estadounidenses y rusos —al igual que de otras nacionalidades— trabajaron a la par con el firme propósito de hallar una solución a la enfermedad que cegaba vidas en cuestión de sólo tres días. Hallando finalmente la cura que podía ofrecer la Tierra para un padecimiento proveniente del espacio.
Fue un gran logro.
Empero, ambos suponen que pueden ser tan egoístas como en tiempos esplendorosos y escaparse juntos unos cuántos días, lejos de sus responsabilidades.
—No problem! Matthew se encargará de todo. — Sentencia el rubio conformando el símbolo de la victoria con su mano izquierda —. Tanto del papeleo como de Francis y Arthur, piece of cake! — anuncia y acorta la distancia entre él y el alto varón, el cual está liberándose de la bufanda que suele utilizar hasta en calurosas jornadas.
—Sabes, deberías dejarle a él ser Estados Unidos y así podrías ser uno conmigo. — Acota felizmente el soviético, quien detiene con presteza el puñetazo de su pareja —. ¿O acaso negarás que eso es lo que rogabas antes de que tu hermanito nos interrumpiese? — Entrevista con sorna, teniendo que parar otro intento de golpe por parte del blondo.
—Dude, ¡qué te he dicho acerca de ser creepy! — Jones refuta de inmediato, al menos con palabras porque el resto de su cuerpo acepta gustoso la forma en la que Iván le tiende de nueva cuenta en el lecho, repasando con sus amplias palmas el cuerpo de la complacida simbolización.
—Que te encanta en la cama, Подсолнух. — Asevera el ruso, recorriendo con sus falanges las marcas de posesivas mordidas y ansiosas succiones que el estadounidense ostenta desde el músculo esternocleidomastoideo hasta el inicio de las clavículas, difusas porque la tensión suele hacer subir de peso al blondo muchacho.
Seguramente el canadiense debió percatarse de aquellos indicios de intimidad y... está bien, ya llevan años como una pareja oficial, sin terceros implicados desde lo acaecido en el albor de la Guerra Fría. Un evento tras el cual darse otra oportunidad fue una total cuesta abajo para ambos, manteniéndose juntos únicamente por mera necedad.
Y Alfred se deja hacer bajo aquellas manos, también se permite explorar y gemir, porque nadie los escucha y también a razón de que aquél idiota invernal le es un mal necesario, como la coca-cola o las hamburguesas... o las nuevas películas de Star Wars, sí... es algo así aunque a veces todavía le cuesta admitirlo.
—Wait! — Detener a Brangisky cuando éste tiene su mano justo encima de sus pantalones es un ejercicio de completa voluntad para el norteamericano, sin embargo, la causa justifica los medios —. ¿No quieres volver a intentarlo en gravedad cero? — Instiga con los cerúleos ojos tan brillantes como el día que persiguió al ruso para que le relatase las leyendas de sus tierras.
—Nyet...— Responde de inmediato el ex-comunista, porque la última vez que probaron a tener relaciones de esa forma fue todo un desastre. El menor suele moverse en demasía y por más extensa que sea la capital del ruso, el otro se le terminaba escapando o, peor aún, embestir bajo aquellas condiciones significaba todo un reto.
—But my birthday! — Protesta el eterno adolescente, debido a que su población sobreviviente es en su mayoría niños y pubertos.
Brangisky presiona sus manos contra la carne expuesta de su amante, sabiendo de antemano que sólo puede dejar marcas temporales. Jones y su estúpido país continúan siendo bastante fuertes, capaces de prestar batalla a antiguas potencias en actual esplendor como la orgullosa República Popular China.
—Si eso quieres. — Se levanta el soviético con exasperación, con el fin de permitirle a su pareja controlar los mandos de la habitación. Es verdad que estos se hallan en ruso, mas Alfred maneja el lenguaje eslavo tan bien como el materno... vaya, si lo piensa, el crío desde el inicio de su relación se ha esforzado bastante en intentar comprenderlo.
Tal vez, el americano es quien más lo conoce; aunque, no puede afirmar lo opuesto.
El niñato le es todavía un enigma.
No, el hombre.
Su amante.
—¿Por qué rayos me estás viendo así? — Exclama el joven con un tic nervioso en su ceja, pues nada bueno puede resultar de la sombría mirada ajena.
—En tus términos: estoy pensando en lo enamorado que estoy de ti. —Declara sin tapujos, porque suelen ser honestos entre sí —a su especial forma—, aunque nunca tan románticos como otras encarnaciones en noviazgos. Ambos desconocen cuándo es su aniversario, así como suelen preferir ponerse retos entre sí a dedicarse largas y profundas poesías.
—¿Y qué? — Rebate el rubio, en lengua eslava —, ... ¡argh!, ¡eres...!, ¡yo...!, ¡sólo ven acá, maldito comunista! — Solicita avergonzado, aunque no por su sentir y mucho menos por el fastidioso individuo que genera en él los mismos sentimientos que Hércules en Megara, bueno esa era una pésima comparación.
En fin, Iván es la persona en la cual se transformaría Lubac si intentase embaucarlo, lo sabe desde hace mucho. Después de todo, Estados Unido no es como Inglaterra y su eterna negación, tampoco es un completo memo emocional, así que Alfred está al tanto de sus sentimientos por el soviético, mismos que reitera a besos, a hambrientos ósculos dedicados a su acompañante.
Contacto interrumpido cuando Jones siente caer algo en su regazo...
Brangisky se extraña de la abrupta pausa, mas pronto nota el motivo: su corazón ha vuelto a escapársele del pecho.
—Es tuyo, feliz cumpleaños. — Acota el ruso con una sonrisa, suponiendo que a su corazón ha de gustarle bastante Al, ya que suele terminar en manos de éste con bastante frecuencia.
—¡Ayúdame a ponerlo en su lugar! — Exclama alarmado el blondo, preocupado y a la vez halagado de que aquél órgano lo prefiera, lo que significa que pese a todo —TODO— es correspondido en aquella particular relación.
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ACLARACIONES
•En 2017, Roskosmos anunció sus intenciones de aprovechar sus instalaciones para crear el primer hotel espacial. Desconozco cómo va la remodelación o si acaso Rusia ya se olvidó del proyecto, así que digamos que este capítulo está situado en un universo alterno dónde tal emplazamiento sí tuvo lugar.
•Los virus espaciales no son amenazas... actualmente. De hecho es más probable que perezcamos por un virus creado por el mismo ser humano a que por uno "natural" y, creo que este 2020 lo ha comprobado.
•Si alguien lee este texto, espero que le gustase :3, yo amé redactarlo.
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┊✯Intersticios 『•RusAme•』➽ Para MsWells
Fanfic⊹ • ✧ La unión entre Rusia y Estados Unidos -Iván y Alfred- va más allá del vano amor y el abyecto odio; también engloba la eterna búsqueda de conocimiento, la conquista del espacio y las conversaciones cuando nadie más está escuchando. ꒰APH꒱꒰OOC꒱꒰...