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Jimin toma un sorbo de su café mientras entra a la estación, asiente como saludo a cada oficial y detective con el que se cruzaba. Los más novatos se inclinaban en una reverencia completa cuando lo veían, y no podía evitar sentir cierta satisfacción. Hace unos años había aprobado con éxito el examen para ser sargento y con ello, se trasladó a la unidad de crímenes sexuales.

Sentándose en su escritorio, revisa lo que le depararía su día. La mayoría de la unidad estaba resolviendo unos casos, mientras que él tenía una reunión con el fiscal adjunto, para llegar a un acuerdo con un culpable de una violación.

El cambio de homicidios a crímenes sexuales había sido como una gran bofetada en el rostro. Antes solo tenía que lidiar con víctimas que estaban muertas y con evidencia más que dispuesta a su disposición. Ahora se enfrentaba a víctimas vivas, que habían sufrido el mayor trauma de sus vidas, que luchaban por justicia y constantemente tenían problemas para aceptar lo que les había pasado. Ahora no tenía víctimas, tenía verdaderos sobrevivientes.

A veces pensaba en el cambio que había dado su vida. Después de JungKook, se concentró en su trabajo, en el único refugio que conocía. Avanzó tan rápido gracias a su dedicación, pero de todas formas le fue imposible olvidarse de él. Lo suyo con JungKook había sido algo tan fugaz, pero que había quedado marcado como fuego.

— Sargento, tenemos un caso — Niel, uno de los detectives con los que trabajaba, le avisa.

Más tarde se encontraban en uno de los club de la ciudad, junto a la mujer que había sido atacada.

— Yo... Yo no recuerdo mucho, solo estaba bailando con mis amigas — Se aferra a la manta que le entregaron para que no tuviera frío. — Cuando fui al baño, me agarraron por detrás y... Y... — Solloza. — No recuerdo, solo sé que luego me encontraron en el baño inconsciente y yo... Ya no tenía mi ropa interior y me sentía sucia.

Jimin asintió paciente, mientras que Niel al lado suyo tomaba notas. — ¿Recuerdas algo sobre la fiesta? ¿Invitados o algo así? — Jimin pregunta con voz suave.

— El club estaba cerrado por una fiesta privada, una de mis amigas fue invitada y todas vinimos — Ella pasa una mano por su rostro, secando sus lágrimas y mira a Jimin. — Había una lista, al entrar tenías que decir tu nombre.

Jimin asiente y le sonríe sin mostrar sus dientes. — Está bien, lo hiciste genial. Cuando estés en el hospital, una detective irá por ti y contactará a tu familia.

La chica no dice nada más, solo asiente y deja que los paramédicos se la llevaran al hospital, para hacerle todas las pruebas correspondientes. Jimin suspiró, incluso antes de comenzar el caso ya estaba cansado, nunca era fácil escuchar una historia de ese tipo.

Se dirigió hacia la entrada al club con Niel a cuestas. Todo el lugar había sido cerrado por la policía para que no contaminaran, o intervinieran con la escena del crimen. En los baños ya estaban los forenses analizando la escena, sacando fotos y buscando ADN.

— Anoche hubo una fiesta, necesito la lista de invitados.

— Lo siento, sargento, pero nosotros no pedimos ninguna lista — El recepcionista le sonríe, pero no llega a sus ojos.

— Tengo una testigo que me dijo que había una lista para entrar, fácilmente pudo encontrar otras dos personas que me confirmen lo mismo y así puedo detenerte por obstrucción a la justicia... ¿Entonces?

Como obra de magia, en sus manos ya tenía una lista completa con los invitados a la fiesta y las demás personas que asistieron. Se la tiende a Niel sin mirarla, mientras salían del lugar.

— Quiero que contacten a todas las personas de la fiesta, a cada uno de ellos y los citen a un interrogatorio, nada amenazante, digan que queremos hablar.

To the limit #2 →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora