Capítulo 2 🌹

385 60 0
                                    

"Acepta mis instintos. Atrapame. Búscame en la oscuridad. "

Despertó agitado. Se levantó de golpe y pensó que había tenido un mal sueño, todo se fue abajo cuando miró a su alrededor, estaba sobre una gran cama en una gran habitación antigua. La oscuridad consumía todo.

—¿Dónde...? —se preguntó en voz alta pero un dolor punzante en el cuello lo hizo desconcentrarse.

—Sigues en mi mansión, Kudo Shinichi. —murmuró una voz femenina. —Y no vas a salir de aquí.

—¡Basta! —exclamó frío y se puso de pie. —Yo he venido a investigar pero tú me has atacado, mujer.

—Oh, lo siento... —contestó divertida. —Pero ahora que has entrado, no quiero dejarte ir... Además... —se acercó con una sonrisa atrevida y tomó su rostro, Shinichi se mostró alarmado e intento retroceder. —Me gustas.

Shinichi gruño.

—Alejate. —pidió frío. —Yo ya tengo a alguien.

Pero pasó el tiempo, y por más que intento no podía salir, parecía un laberinto dónde cualquier puerta u ventana era imposible de abrir. Sin embargo, conoció la mansión durante días. A veces la mujer desaparecía como fantasma.

Shinichi estaba confundido, parecía un misterio que no lograba resolver, con trucos imposibles de realizar.

Aparecía comida en una gran mesa cuando tenía hambre. Había una habitación donde podía dormir, y bañarse. Una suite que tenía todos los lujos a cualquier hora.

¿Magia? Que idiotez.

Comenzaba a acostumbrarse, aunque lo odiaba. No tenía idea cuántos días llevaba ahí, la luz no entraba al igual que ningún ruido.

—Oye. —llamó a la nada.

—¿Sí? —respondió la mujer apareciendo detrás de él.

—¿Quién eres? —le cuestionó con frialdad.

Ella rió.

—Una condesa que lleva aquí siglos, soy una vampiresa.

—Imposible. —aseguró burlándose.

—Oh... ¿Aún lo dudas? Cualquiera que entra aquí lo nota de inmediato. —dijo con cierta alegría. —Eres diferente. ¿Por qué no simplemente lo aceptas y te entregas, querido?

—¿Si lo hago me dejarás ir? Parece que ahora soy tú rehén, pero si hacemos un trato los cargos se podrían reducir. ¿Cuáles son tus motivos? ¿Hasta cuándo me quieres tener aquí?

—Hasta que mueras. —sentenció.

𝕷𝖆 𝖈𝖔𝖓𝖉𝖊𝖘𝖆 𝖉𝖊 𝕭𝖊𝖎𝖐𝖆 𝕮𝖎𝖙𝖞. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora