9.-Suspiros de amor

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Kendrik Mackenzie

-Baja la espada, nadie te hará daño- dije de la manera más suave que puede se notaba en su rostro que ella estaba asustada.

Al ver que ella no bajaba la espada me entro el miedo de que ella se lastimara así que sin saberlo bien porque le grite.

-Te digo que me des esa maldita espada- replique.

En ese momento no podía creer lo que había pasado, la chica rompió todo un ventanal, ella se encontraba muy herida ¿Cómo era posible?

Por el estruendo del ventanal la perdió de su vista por un momento y cuando se dio cuenta ya se encontraba afuera de la habitación cuando el trato de caminar sintió algo de dolor y recordó lo sucedido el día anterior así que solo pudo avisar a sus hombres.

-Deténganla- grite

No vi bien lo que paso, pero cuando me asome a las afueras de la habitación me percate que la chica estaba en el techo cayendo por las cortinas.

-Atrápenla, pero no le hagan daño- dije a los hombres que la habían dejado escapar.

Me dirigí a bajar las escaleras lo más rápido que mi herida me lo permitiera y cuando llegue todos mis hombres que habían escuchado el escándalo estaban ahí listos para detenerla, me abrí paso entre todos los hombres que se encontraban en el salón y pude notar que la atención de la señorita se centró en mí, con la espada en la mano y una posición de guardia ella solo estaba esperando a que atacáramos no sabía qué hacer si ella atacaba a uno de los mis soldados no podría mantenerla aquí.

Con mis ojos clavados en los de ella empecé a avanzar y lo único que salió de mi boca fue.

-No te dañare- lo dije de la manera más sincera posible, pero algo en ella me dijo que no fue suficiente.

Vi como su mirada cambio y cuando estaba a punto de dar un paso algo la detuvo y fue cuando lo noté, la bata que ella traía estaba llena de sangre y en ese momento se desvaneció.

Mi corazón latía a mucha velocidad, cuando la vi desvanecerse mis instintos reaccionaron y corrí para agarrarla para que no se golpeara, yo no sabía qué hacer y fue cuando vi a Dalia abrirse paso entre los hombres para atender a la chica.

Notaba que ella me miraba extraño, pero no me importaba cargue a la chica entre mis brazos y la lleve a una habitación diferente ya que había roto el ventanal de la anterior, mi mente no se fijaba bien a donde iba solo le estaba buscando un lugar y no me di cuenta cuando termine en mi habitación.

Dalia me miraba desconcertada pero no había tiempo para cuestionarse cuando puse a la chica en la cama las ayudantes de Dalia me sacaron.

Empecé a caminar sin saber a dónde ir mi mente estaba invadida de tantas preguntas, ¿Por qué me siento así por un extraño? Por su mente pasaron una y mil razones por las cuales sus sentimientos hacia esa joven eran así pero cuando llego a la torre más alta del castillo callo en cuenta y al ver que el sol estaba saliendo de su boca salió su voz en un tono muy débil.



-Creo que me enamore- suspiro.

De camino hacia la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora