Día dos: AU Realeza

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Uraraka se sentía en un gran lío, era su primer día como hechicera Real y ya temía de perder su puesto. El príncipe Katsuki, el hijo de su maestra y mentora Mitsuki le acaba de hacer un pedido de lo más extraño que le podría ocasionar bastantes problemas.

— Eres una bruja ¿Cierto? — Le dijo cuando ella empezó a acomodar sus cosas en un cuarto de pociones que iba a ser su nuevo hogar.

— Esteeeemmmm... — Dudó, ni buenos días, ni ¿Cómo estás? Simplemente el heredero se apareció como si nada obviando toda la lista de protocolo. Ella tuvo un dilema, ¿Tenía que presentarse? ¿Le contestaba igual? Optó por lo segundo, haciendo lo primero y mostrando los modales que ella si tenía seguramente haría enfadarlo. — He-hechicera mejor dicho.

— Como sea ¿Puedes hacer que las cosas exploten o no?

— Perdón ¿Qué? — Preguntó sorprendida por tal atrevimiento ¿No se suponía que los príncipes eran educados, gentiles y que se preocupaban por el pueblo? ¿Por qué quería que algo explotase?

— Te perdono — Ah, al parecer también era arrogante — Quiero hacer una broma con algo que explote, se lo lanzaré a un bastardo que cumple años y está muy feliz el cabrón. Tienes dos horas o sino diré que tú me quisiste hacer explotar.

La joven hechicera quedó con los ojos y la boca abierta, nunca se había imaginado que un príncipe fuese tan malhablado y vulgar. ¿Explotarle algo a un bastardo? ¿Era literal o en sentido figurado esa última palabra? No entendía, pero lo que si comprendió fue que debía de hacer algo porque si no él se encargaría de echarla del palacio.

Pensó en sus padres, no, ellos habían luchado mucho para que ella llegase a donde estaba, no podía llegar con las manos vacías y decirles que por un capricho del príncipe ella había renunciado. No, debía de quedarse, se lo merecía, se había esforzado mucho para llamar la atención de Mitsuki para que decidiera entrenarla personalmente, no dejaría que su hijo por muy príncipe que fuera la intimidara, porque ella era la Reina.

Pero en ese preciso momento Mitsuki ni su esposo estaban en el palacio, habían tenido que viajar de urgencia y ella estaba sola, y tal vez la mujer entendiera su negativa al no querer hacer ese extraño pedido, pero si Katsuki hablaba con los guardias, le creerían con los ojos cerrados cualquier disparate que la haría desaparecer des castillo.

Sabía que se arrepentiría de eso pero entonces decidió emprender tan peculiar pedido, las hechiceras se encargaban de controlar el clima, la alquimia y un poco de ocultismo o magia negra, que aunque no lo pareciese, la hacía buena cocinera, porque preparar una pócima era muy parecido a seguir una receta de cocina, así que tomando la poca información que le dio él, decidió cocinar un pastel.

Uno sencillo, pequeño, que tuviese una pequeña explosión que no dañase a nadie pero que dispara el betún estrepitosamente. El betún era dulce y no podía mantener a la gente enojada por mucho tiempo, así que se encargó de poner un extra de dulce como símbolo de disculpa.

Apenas estaba aprendiendo donde estaban las cosas, el laboratorio y la sala de trabajo eran enormes, dignos de la hechicera más poderosa de su continente, no por nada era la Reina. Así que aunque se tardó, encontró los ingredientes para su trabajo, desde los básicos para una masa de pastel, a los complicados para una explosión diminuta como la nitroglicerina.

Sí fuese una humana normal no hubiese acabado a tiempo, pero usó unos cuantos hechizos para hacer levitar los instrumento de decoración y decoró el pastel a toda prisa, no sabía para quien era, así que usó colores neutrales, resaltando el verde que le recordaba mucho a la naturaleza. El príncipe mal hablado llegó incluso cuando nos e había cumplido el límite de tiempo, pero al ver el pastel, soltó una sonrisa que podía hacer que alguien se hiciese del baño ahí mismo.

Kacchako Week 2020 💎 TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora