Capítulo 11

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Disclaimer: El universo de Naruto, así como sus personajes, no me pertenece. Todo es obra de Masashi Kishimoto.

Advertencia: el siguiente capítulo contiene material NSFW explícito.

El juicio de los sentidos

Capítulo 11


Era libre; por primera vez en mucho tiempo degustaba el sabor de la añorada desenvoltura.


Aun no daba crédito a lo acontecido en el apartamento de Sasuke, todo había sucedido tan rápido que la realización recayó sobre ella cuando cruzó la puerta de su habitación. Llevaba meses aguardando por ese momento, de escapar por una de las muchísimas grietas en su relación.


Ahora que era libre de él, su atención se centraba plena y absolutamente en Itachi. Cinco meses restaban para finalizar la residencia, luego de ese tiempo, dejaría de ser su mentor. No obstante, consideraba todos y cada uno de los factores en contra, si bien, el lazo preceptor y alumna se rompería, él continuaría siendo su jefe, y para su pesar, aquello no desestimaba el hecho de que era hermano mayor de Sasuke, el hombre con el cual estuvo comprometida.


Eso no la consolaba. Era la pauta de los últimos días. Su relación con Itachi no poseía soltura, no había estabilidad en el curso de su interaccion, mucho menos serenidad, todo eran púas, trampas, giros tan torpes que la inducían a sentir desagrado por sí misma.


Contempló el reloj, pensando que solo había conseguir unas cuantas horas, pero la oscuridad todavía reinaba y estaba demasiado inquieta para volver a dormirse. Ofuscada, giró sobre su cuerpo, hundiendo el rostro en la almohada para amortiguar el sonido del gruñido estridente: ¿Cómo iba a ser capaz de disipar todas sus emociones, sentimientos y fantasías cuando estaba a unas cuantas horas de abordar el mismo avión él y disfrutar de su compañía de tres días?


La cabeza le daba vueltas. Ya estaba resignada a que las últimas horas de la noche las pasaría en vela, rumiando, tratando de hilvanar un plan que la sacara indemne de la atribulada situación.


El recuerdo del beso apareció en su mente. Aquella tarde no había esperado que Itachi la siguiera hasta el cuarto de residentes, dilapidó toda esperanza al contemplarlo en los brazos de Izumi. Sin embargo, ese día comprendió que no se rendía tan fácilmente, y con el agonizante tacto de sus labios, se las apañó para decirle todo lo que llevaba acallado durante esos meses.


Turbada, emitió un gruñido gutural, desde lo más profundo de su garganta. Necesitaba sentirlo de nuevo, pero esta vez no solo en un casto beso; deseaba más. Los efectos que generaba en ella eran tan dolorosos que sin pensarlo se deslizó sobre sus sabanas. Era una tortura mantener las manos para sí misma, no importaba cuanto apretara los muslos procurando aliviar la pulsante presión entre sus piernas, sabía que la sensación no se disiparía, al menos que se encargara de ella.


No obstante, anhelaba su tacto, no solo en sus brazos o rostro, sino en su más sagrado e íntimo espacio en todo su cuerpo. Lo quería a él, deseaba sus largos y finos dedos entre sus piernas, de solo imaginarlo temblaba.


Suspiró suavemente mientras deslizaba sus dedos entre la delgada tela de sus bragas, sumergiéndose en los hinchados y cálidos pliegues de su intimidad. Le sorprendió lo húmeda que estaba, anhelaba que fuera la lengua del pelinegro acariciando su clítoris.

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