Capítulo 19

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Disclaimer: Los personajes de Naruto así como el universo donde se desarrolla la historia no me pertenecen ni son creaciones mías, todo es obra de Masashi Kishimoto. 


El juicio de los sentidos

Capítulo 19 


El bar más próximo al hospital era un establecimiento austero con techos de asfalto y decorado industrial.


Al cruzar las puertas, se percató que durante los últimos días estaba bebiendo demasiado, pero nunca al punto de emborracharse. Solo necesitaba tomar un trago. Si bien, durante sus treinta y seis años de vida jamás contempló al alcohol como un aliciente para el alma, en ese momento sentía que el licor era una lubricación, como una especie de capa protectora contra todos los pensamientos dañinos que fabrica la mente.


Tomó asiento cerca de la barra. La noche era fría y lo último que le apetecía era regresar a casa. Estrujó el puente de la nariz con dos dedos y dejó escapar un suspiro. Necesitaba tiempo para pesar y estar a solas.


—Bienvenido— recitó el cantinero detrás de la barra, contemplándolo con cautela. Sin recitar palabra, levantó la oscura mirada—.Tome esto, se ve que lo necesita— colocó un trago de Shōchu frente a él.


—Gracias— lejos de rebatir, bebió el licor de trigo de golpe.


El hombre le ofreció otro trago, y sin cuestionárselo, colocó la botella sobre la superficie de roble, dejándola a su merced.


Mientras tomaba pequeños sorbos de Shōchu y partía cacahuates, pensó en la última vez que pescó una borrachera. Debió ser en la universidad, tal vez en su último año. Tanto él como Shisui disfrutaban pasar noches en vela charlando, escuchando música y bebiendo licor barato, recluidos en el discreto apartamento de su mejor amigo.


Tomó el tercer chupito de un solo trago, estiro un poco los hombros agarrotados y restregó la mano contra su rostro entumecido. Comenzaba a sentir el dolor contenido en sus pómulos y la quijada. Su hermano pequeño se las había apañado para molerlo a golpes con la misma facilidad y habilidad de un boxeador profesional. Acarició la mandíbula y esbozó una sonrisa amarga.


Parecía que todo en su vida iba de mal en peor. En menos de veinticuatro horas, su suerte no hacía nada más que empeorar. En un abrir y cerrar de ojos, había pasado de llevar una vida discreta, medianamente normal, a convertirse en un neurocirujano sin escrúpulos, amante de residentes, el peor hermano del mundo y un desempleado.


Autómata, vertió otra generosa cantidad de alcohol en el pequeño recipiente de cristal y, tal como venía haciéndolo en los últimos minutos, lo engulló de golpe, cerrando los ojos al sentir el cálido paso del licor por su garganta.


En esos momentos, Sakura se encontraba en el hospital, su hermano menor lo detestaba, había perdido su trabajo y, posiblemente, también perdería la licencia médica.


¿Cómo era posible que todo se hubiese ido a la mierda en tan poco tiempo?


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