Sus labios bacilaban, dudaban. Todo en su ser dictaba que estaba nervioso, tenso en todos los sentidos. Jugaba con sus dedos en un afán de calmar su ansiedad, sentía la energía recorrer su cuerpo incapaz de calmar. Izuku se encontraba en esa situación; donde tienes que dar una noticia y temer ante la reacción del otro.
Después de unos segundos eternos y la mirada impaciente de su novio; lo soltó.
- Estoy en cinta, tendremos un cachorro.
Tartamudeó, si. Lo dijo.
Inconcientemente sus manos se posaron en su vientre. Apenas se habia enterado hace unos días, ni él mismo estaba seguro de que hacer. Esto no estaba planeado, no estaba preparado para esto en todos los aspectos, ¿Qué debería hacer ahora? ¿Qué sucedera? La noche anterior no pudo dormir bien, la bolsas oscuras alrededor de sus ojos fueron por eso, lo que pasaría esta mañana lo carcomía por dentro.
Usaba todas sus fuerzas por mantener el contacto visual. Esos ojos rubíes lo miraban impactados, su mirada poseía una y mil emociones que no era capaz de describir ahora, pero ansiaba su respuesta. Quería, debía oirla.
La mayoría, por no decir todos sus amigos, describían su relación con una palabra: tóxica.
Muchas veces Ochako le aconsejaba terminarlo de una vez por todas. No le hacía un bien a nadie que siga luchando por algo que se habia torcido hace mucho. Pero Izuku era ciego, se aferraba a los cálidos momentos que habian pasado con su novio, sus abrazos, caricias, besos. Todo. Algo que hoy en día no demostraba, pero Izuku tenía la falsa esperanza de que cambiaría y volverían a hacer la pareja amorosa de años atrás.
Estaba equivocado.
Y debía pagar las consecuencias de sus estúpidas descisiones.
La incertidumbre poseyó su cuerpo cuando el hombre de ojos rojos lo abrazo. No sabía que sentir, no estaba seguro. ¿Qué significaba esto? ¿Qué quería decir? Estaba confuso, tanto que estaba asustado. No correpondio al abrazo. Necesitaba un respuesta, la necesitaba ¡Ya! Lo que sea... le dolía le estómago.
Su novio acarició sus rizos verdosos.
- Estaba bien, tranquilo.- Su voz resonaba en su cabeza.- Todo estará bien...
No era verdad. No era verdad pero su voz no salía para afrontarlo.
De un momento a otro, ambos estaban recostados en su cama de dos plazas. El más alto recorfontando al peliverde. Sin decir palabra alguna. Izuku lloraba en silencioso, no quería, no quería hacer frente a todo esto el solo. Nada. Desparecer, olvidar todo, retroceder en el tiempo, es lo que quería.
Pero ya era demasiado tarde. Muy tarde.
Abrió los ojos, por la imagen en su ventana dedujo que el cielo estaba opacado por nubes grises. El ambiente era agrío y vacío, no ayudaba para nada en mejorar su humor. No importa. Inconcientemente paseó su brazo al lado suyo.
No está, no hay nadie a su lado.
Fue por un vaso con agua, su carganta esta seca. Sus rizos desordenados, ojos que no reflejan nada, todo es su persona decia a gritos que estaba debastado o que sufría en silencio.
Talvez en lo más profundo de él, solo talvez, ya sabía que ocurría.
En el ambiente desolado del departamento los movimientos de Izuku eran de desgano y las manesillas del reloj contaban la cuenta regresiva para que todo estallará. Él no escuchaba nada.
Inspeccionó su armario, cajones, dinero, maletas, todo lo que evidenciaba la presencía de músico. No estaban. Las pertenencías de su enamorado se esfumaron, sin más.
Si. Apuntaba que habia escapado de la situación, era evidente. Era evidente, maldición. Pero no fue hasta que vió la ausencia de aquella guitarra eléctrica escarlata con acabados negros que entró en razón. La cosa más valiosa para su novio.
Él se habia marchado, lo abandono.
Solo con respirar la realidad su cuerpo no lo soporto más. Desfalleció, quería desaparecer, no tenía las fuerzas para continuar, era debíl, fragíl. ¿Cómo afrontar todo esto?
Lloró, gritó. Hasta que no le quedarán lágrimas. Hasta desgarrar sus cuerdas vocales.
¿Cuánto tiempo estuvo así? No lo sabia. Minutos, horas talvez.
Su visión vagaba por un punto vacío.
Llego una conclusión, apesar de ser la más obvia e importante no se habia percatado de ello.
Ya no se trataba solo de Izuku, también del ser que estaba en su interior.
Las puntas frías de sus dedos fueron a su vientre. Está cálido. Hermosamente cálido.
¿Así debía ser, no?
Si. Así debía ser.
No un "yo" sino un "Nosotros". Se repetía una y otra vez. Se puso de pie.
No cometería más errores. Era muy tarde para eso. Falso. Comenzaría desde hoy, ahora.
Seguía debastado pero aún así debía encarar todo esto apesar de tener miedo, inseguridades, temor, un nudo en el estómago. Lo sabía pero no podía solo, tiene que apoyarse en los demás. Almenos por ahora.
Su madre. Ochako, Eijiro, Lida, Tsuyu, todos.
No estás solo, estúpido.
Burlo de sí mismo. Se alistó, cogio un abrigo, bufanda, guantes. Detuvo su mano antes de girar la perrilla.
Uno,dos, tres...
Suspiró, quizás el suspiro más pesado que hubiera soltado en su vida. Su rostro estaba pegajoso por lo seco de sus lágrimas y su voz agrietada.
Dió un paso afuera, la decisión habia sido tomada.
La vida de Izuku Midoriya y su hijo estaba por empezar.
Años despúes...
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