Capítulo 7: Un romántico momento
No había pasado ni una semana desde la muerte del joven Anthon Brooks, cuando aparecieron dos más. Josephine Blackdoor y Henry Dromstone no tenían más relación que compañeros de clase, sin embargo, poseían las mismas heridas que las de Brooks. Los padres los había encontrado en sus respectivas camas cubiertos de sangre y unos pétalos de rosa cubría ojos y bocas. La policía actuó rápido, pero la noticia y las horrorosas imágenes del siniestro se filtraron y llegaron a los demás ciudadanos, aumentando el miedo y el pánico.
En la casa de los Grimm por el contrario, Nicolás había conseguido tranquilizar a sus sobrinos y estos estaban jugando con los otros dos adultos a la pelota mientras Nick los miraba desde la ventana de la cocina, donde preparaba el almuerzo y la merienda. En cuanto todo estuvo listo, llamo a todos a comer y, juntos, charlaron como si nada malo pasara.
Joseph Granger, el jardinero, fue oficialmente suspendido de sus deberes, por período indefinido. El alcalde Matthew Gallarder, no quería que las energías del hombre mayor se desperdiciaran en el ahora muerto parque. Lo coloco como ayudante para el Cuerpo de Vigilancia Vecinal, junto con algunos otros empleados de la ciudad que ya no podían ejercer su trabajo habitual. La situación tenia a todo el mundo patas para arriba, y el canoso hombre de ojos castaños, estaba cada día con más ojeras y muy nervioso.
El panorama devastador, alentaba la energía del ente que, en las sombras, gozaba con el sufrimiento que provocaba. Pronto, estaría con la fuerza necesaria para apoderarse del cuerpo que Nicolás quería que usara. Su bello tesoro, esa noche le tenía preparado una velada que jamás olvidaría.
****
El día ya terminaba, los niños dormían ya y sus amigos estaban ocupados en sus asuntos. Nicolás estaba abrochando los últimos botones de su camisa para dormir. Siempre usaba colores azules, pero esta vez eligió el color rojo pasión pues tenía la sensación de que esa noche seria mágica.
Y no se equivocó nada.
En cuanto el sueño empezó, supo que su Freddy le había preparado algo muy especial. Después de todo, Nick era lo que más amaba en toda la existencia.
El lugar en el que estaba, era un claro de bosque cuya aura era macabra. Había un quiosco de esos victorianos de color negro bastante grande, con enredaderas en sus columnas dándole un toque abandonado y una calavera en la punta de la cúpula del techo. Un camino de rosas del color de la sangre, hacia un caminito desde donde estaba el hasta la entrada al quiosco donde le esperaba ya Freddy Krueger.
Nick se vio con un traje de gala de diferentes tonos de rojo pasión. Sus ajustadísimos pantalones eran oscuros y tenían unos detalles estampados en dorados en la tela, las botas altas de tacón eran negras, su camisa era clara y casi transparente, tenía unos botones sueltos donde se dejaba ver parte de su pecho, la última pieza del traje era el chaleco que acentuaba la fina figura del joven hombre y de cuyo bolsillo salía un hermoso crisantemo de color bordo. Nick determino que estaba muy guapo y, feliz como nunca, camino hasta el dueño de su corazón. Y entonces se dio cuenta que su amado llevaba el mismo traje, pero en colores azules, que contrastaba con la piel quemada. Fred quería que el otro lo viera tal cual siempre se presentaba en los sueños de sus víctimas y Nick podía ver el nerviosismo y miedo en sus profundos ojos marrones. Pero Nick lo amaba sin reservas y su aspecto era lo que menos le preocupaba, ante sus ojos era el ser más bello del mundo. Y ese amor fue lo que vio Fred en sus ojos y suspiro aliviado, más feliz que nunca antes.
— Mi bello tesoro, mi niño hermoso. Espero que te guste todo y pases un buen momento.
—A tu lado siempre es así.
Y juntos, tomados del brazo, subieron al quiosco.
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La carrera ya se le hacía aburrida, su presa chillaba cobardemente y eso a ella ya no le parecía divertido. Con una mirada demoniaca, le dio fin a la caza y degolló a su presa comiéndose su alma y esencia. Sonrió satisfecha al terminar, justo cuando su hermano llegaba a ella tras su propia cena.
—Tal vez deberíamos volver ya, Nick debe estar con él ahora y los peques están solos.
—Si, volvamos. Estoy llena, fueron tres deliciosas cenas... —estaba a punto de darse la vuelta, cuando se acordó de un encargo muy importante de su amo— Karl ¿ya tenemos todo para el ritual?
El rostro de su hermano palideció por completo ante el recuerdo de que faltaba lo más importante.
—No, todavía falta eso.
—Ufph... Vuelve a la casa, yo iré a ver al Ama Melody por eso.
—Mmm... De acuerdo, si necesitas ayuda avísame. —Karl no estaba muy convencido de que esas dos pudieran hablar sin querer matarse. Y le preocupaba que, por eso, no pudieran cumplir con lo que le había pedido su amigo.
Samara sonrió socarrona y resignada, pues a pesar de que la mujer no era de su agrado, sabía cómo sacarle lo que necesitara.
—Tranquilo hermano, a la señorita Gula es fácil manipular.
Y tras esa frase, se desvaneció en la nada. Karl la siguió después, para aparecer en la casa de Springwood al segundo siguiente, dispuesto a velar el sueño de los peques.
****
Dentro del quiosco, Nick disfrutaba su noche romántica. Habían cenado maravillosamente, después habían bailado tres tipos de vals y, ahora, descansaban en el silloncito enfrente de la chimenea. Porque a pasear de ser un quiosco, por dentro parecía un salón. Alto como una capilla y ancho como catedral. Los pisos de fino mármol color crema relucían con las velas del lugar, las paredes de piedra revestidas de paneles de madera color vino resaltaban las alfombras con motivos victorianos y las cortinas de seda blanca. Una mesa larga con mangares se distinguía a la derecha de la entrada cerca de un ventanal enorme que daba vista a un claro de luna donde lobos albinos dormitaban pacíficamente. A la izquierda estaba la zona de baile, con los candelabros de pie en color dorado y las velas en tono cobrizo, daban el ambiente perfecto, junto a las altas ventanales cuya vista era la de un lago congelado de color rojizo. Y al fondo se veía el silloncito café, con sus almohadones blancos y mantas corales, su mesa ratona de caoba, la enorme chimenea de fino roble y dos ventanales con cortinas de seda blanca que mostraban el bosque tétrico que a Nick tanto le gustaba. No podía quejarse de nada, todo era perfecto. Una noche que atesoraría por el resto de su vida.
—Mi hermoso niño ¿en que estas pensado? —curiosidad y serenidad, invadiendo la voz de Freddy.
—En lo afortunado que soy de tenerte. Te amo, mi Freddy.
—Y yo a ti, pequeño. —suspiro, armándose de valor. Tomo la mano de su Nicolás y lo llevo a la pista de baile. —Tú sabes, que yo siempre le eh huido al compromiso.
—Si. Aunque yo te conocí con mujer, fue más bien una pantalla. —la suave y amorosa sonrisa, derretía el corazón duro del asesino.
—Aun así, yo quiero proponerte algo, —se arrodillo, sacado una cajita que mostraba (por su tapa transparente) un bellísimo anillo dentro —tu eres lo único bueno que tuve, tengo y tendré jamás. Y no quiero pasar ni un minuto sin ti.
Nick estaba con la boca muy abierta en claro signo de asombro, pero sus ojos brillaban con felicidad y amor.
—Así que ¿qué dices, mi tesoro, te unirías a mí? Como esposos.
—¡Por supuesto que sí! ¡Te amo más que a nada!
Freddy le puso el anillo donde correspondía y lo abrazo profundamente satisfecho por haber tenido el valor de dar ese impórtate paso. Sobre todo, por la felicidad que irradiaba su Nick. Y como una ocasión así no puede terminar de otra forma, iba a amarlo antes de que se despertara y se arruinara el momento.
La pista de baile fue sustituida por una cama enorme con doseles de color vino, con mucho cuidado Freddy recostó a su más grande amor, quien lo miraba embelesado, dispuesto a que esa noche cerrara con broche de oro.
Escondido en las sombras, como siempre pasaba, el intruso y espectador Joseph también disfruto de esa noche. Pues era la primera vez que las muertes eran reemplazadas con mucha ternura y amor, en sus muy perturbadores sueños.
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Los 7 Pecados Capitales (Serie Pausada)
FanfictionTodo el mundo sabe cuáles son los pecados capitales, los definen como acciones. Pero ¿y si no lo fueran? ¿qué tal si los entes que habitaban las sombras antes de la llegada de la luz, furiosos de ser desterrados de su hogar, tomarán identidad para d...