Broken Heart ©

03; Three

•Capítulo 3•

El amor sin libertad 
dura lo que un estornudo 

—Ricardo Arjona  

Unos susurros constantes hacen que mi sueño amaine y este completamente despierto, aunque no haya abierto los ojos. Puedo distinguir cuatro voces, pero dos son las que lideran la conversación. Intento abrir los ojos pero, al sentir una luz potente, estos se cierran fuertemente como autoreflejo. Me llevo las manos hasta estos y los frotó unas cuantas veces hasta que puedo abrir los ojos con normalidad sin que la luz me ciegue. Intento apoyarme en mis codos sin éxito, ya que siento un fuerte dolor en mi abdomen, volviendo a recostarse en la especie de cama en la que me encuentro.

Observo a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy en la habitación de un hospital, hace muchísimo tiempo que no he entrado en uno. Aún así me concentro en las cuatro personas que me observan atentamente, son ellos, los anoche. Hago un intento sonreír un poco pero al final acaba saliendo una mueca por el dolor que siento en mi abdomen. Intento no pensar en el dolor, pero es inevitable porque todos mis sentidos se van a ese sentimiento.

—Buenos días por la mañana Jason, ¿cómo has amanecido? —el más bajo del grupo se acerca a mí, yo lo miro alcando una ceja.

—¿Tú qué crees? —mi voz suena ronca, casi en un susurro, pero consigo que todos me escuchen.

—¿Qué pasa? ¿El marica se ha levantado con el pie izquierdo? —el rubio alto suelta una risa que nadie sigue, pero aún así a él mismo le hace gracia su propia broma.

—¿Cómo he llegado aquí? Básicamente no recuerdo nada de lo que ocurrió anoche.

—¿Anoche? —el rubio suelta una risilla—. Oye, han pasado tres días desde que aquel perro te arañó y hace dos que estás aquí ingresado.

—Bueno, tuvimos unos cuantos problemillas para llegar hasta aquí —Cliff se hace presente en la conversación junto a Kirk, ya que los cuatro rodean la camilla.

—Nos quedamos sin gasolina a mitad de trayecto, así que tuvimos que llamar a la grúa para que nos trsladase hasta el hospital...—empieza a explicar Lars, pero es interrumpido por el de rulos, el cual no había hablado hasta ahora.

—Pero, esta nos llevó hasta un mecánico, el cual se encontraba como a diez kilómetros de aquí —hizo una corta pausa—. Entonces James llamó a un taxi, pero dijeron que no estaban disponibles hasta la tarde...

—Así que robé un coche ya arreglado, te cogí en brazos estando inconsciente por la pérdida de sangre y te subí al vehículo —frunzo el ceño ante lo que acaba de decir, ¿enserio él había hecho eso? —. Conduje una hora hasta que por fin llegamos al maldito hospital, pero los malditos no querían atenderte porque estaba todo petado. Me dieron unas mantas para que parase la hemorragia y, varias horas después, te ingresaron en esta maravillosa habitación.

—Exacto, esa ha sido toda la historia de como casi mueres desangrado —Cliff se acerca a mi lado, sentándose en la butaca que está junto a la camilla.

—¿Me estáis diciendo que habéis estado tres días junto a mi? —asienten —. Osea, que me habéis salvado la vida de morir —vuelven a asentir—. Chicos, en serio, no sé cómo agradeceros todo esto que habéis hecho.

—Pagando el hospital —suelta James de repente, los chicos lo miran de mala manera, yo solo me quedo impactado.

¿Como iba yo ahora a pagar la hospitalización y todo el trabajo que habían hecho los médicos? Recuerdo mi maleta y la empiezo a buscar por todos lados hasta encontrarla en una esquina de la habitación. Lars me la pasa, le agradezco, y empiezo a buscar dentro mi dinero, pero no lo encuentro por ningún lado. Los chicos me miran extrañados y a la vez nerviosos, como si supiesen por una parte lo que estaba buscando. Miro en el bolsillo pequeño y tampoco está allí.