La amiga

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19 años

Muchas cosas pasaban por la cabeza de Robin mientras esperaba la micro que lo llevaba directamente al Rodoviario de Valparaíso para tomar el bus e ir a su casa en Santiago.

Terminar un nuevo semestre universitario era agotador. Si bien le encantaba la carrera que estaba estudiando, las pruebas, trabajos, informes, laboratorios y un sinfín de quehaceres escolares drenaban su cerebro, dejándolo en un estado meditabundo o zombificado, no sabía como describirlo.

Claro que después de un fin de semana de puro carrete lo energizaba inmediatamente.

Ah, pero odiaba viajar con resaca.

Maldita sea, ¿por qué tuvo que irse a estudiar a región?

Al llegar al terminal logró subirse al bus, se predisponiéndose a dormir hasta llegar a la estación Alameda, donde tomaría el metro y al fin llegar a la casa de su hermano y disfrutar de unas merecidas vacaciones.

O lo que tenía, porque obviamente paro estudiantil y descanso estúpido de una semana.

Con los audífonos puestos y ya buscando su playlist de viaje en Spotify para matar dos horas de viaje, no se percató de la joven turista que se sentaba a su lado.

La miró de reojo, solo por echar un vistazo y...

Wow, ¿acaso los ángeles cantaban un coro afinado dentro de su cabeza?

La chica debía tener más o menos su edad, cabello castaño ondulado, con las puntas decoloradas ya tintadas de morado, un septum negro en la nariz y un piercing en la ceja resaltaban su rostro delineado y perfectamente bien cuidado. Vestida con ropa típica de los talleristas circenses del puerto, un cortaviento bicolor noventero y una cangurera era lo único que traía consigo.

Y bueno, a Robin lo criaron como niño bien, no le gustaba ser despectivo o mal intencionado con las demás personas, pero hizo una mueca al sentir un poco de olor a marihuana de la muchacha, el cual le llegaba directamente a la nariz.

—¿Se te perdió algo o qué, que me andai' viendo con cara de weón? —hasta su voz ronca sonaba como la miel en sus oídos.

Robin se ruborizó al darse cuenta que la había estado mirando fijamente y dio una disculpa rápida, centrándose nuevamente en su teléfono buscando de una maldita vez esa tonta playlist.

Cuando el bus salió del Terminal, ya subiendo por avenida Santos Ossa con rumbo a Santiago, la muchacha se dirigió a su compañero de viaje, tocándole con la punta del dedo en su antebrazo para llamarle la atención.

—¿Vai' de vacaciones pa' Santiago o vivís ahí? —le preguntó, queriendo tener una conversación amena para el viaje.

—Voy de vacaciones a la casa de mis papás. O sea, soy de Santiago pero me vine a estudiar a Valpo —respondió, dejando sus audífonos colgados en caso de que la joven se aburriera de la interacción y se centrara en sus propias cosas.

—Ah, buena. Soy Rafaella, por cierto. Pero dime Rafa no más. ¿En qué U estái'?

—Robinson, pero prefiero Robin, estudio Biología Marina en la Valpo, voy en segundo año.

—Pensé que eras mechón, te ves más chico.

—Nop, diecinueve, pero cumplo los veinte en noviembre.

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Tres días llevaba en su casa en Santiago. Martín tenía saliente de turno por dos días de la clínica y Manuel estaba en un pseudo descanso debido a que los estudiantes del liceo en el que trabaja se habían tomado el establecimiento, cumpliendo ya un mes de paro y sin luces de bajar la toma.

Familia (dis)funcional [Latin Hetalia|AU!Human]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora