Baño 🔞

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Narra Moonie:

Dios! es papi Dylan Lee, creo que él está captando las miradas que le hago, dijeron que se retrasaria el jet por 1 hora y media, tal vez podria aprovechar

Moonie: Paloma, voy al baño, ahora regreso

Sentí una mirada en mis glúteos, valió la pena el gym

Me giré y me senté en uno de los bancos a esperarle. Qué ganas tenía de hincarme por su pene. Estaba expectante.

En seguida vi como la puerta volvía a abrirse y apareció Dylan, cerrándola tras él. Se aproximó raudo hacia dónde yo estaba sentada. Agarró fuerte mi cabeza y la apretó contra su paquete, restregándome contra él.

Dylan: Buah, mira cómo estoy - se quejaba. -

Notaba su pene duro desplazándose a través del pantalón por mi cara. Cómo sus manos refrotaban mi cabeza contra él. Estaba desbocado. Estaba muy cachondo y se veía a lo lejos.

Me separé un poco y comencé desabrocharle el pantalón. Tenía muchas ganas de comérsela.

Dylan: No, aquí no - Me indicó-

Agarrándome por las caderas, me guio hasta el baño y cerró la puerta con cuidado, para que nadie nos encontrara. El cubículo era estrecho. Cabíamos los dos casi justos.

Me agarró por los hombros y me arrodilló, dejándome atrapado con mi espalda y mi nuca en la puerta y su cuerpo frente a mí. Ahora sí, se desabrochó y se sacó el pene y los huevos por encima del calzón presionando hacia arriba. Se quitó la camiseta. Volvió a tomar mi cabeza y la restregó contra su rabo semi erecto, que desprendía un olor fuerte de llevar todo el día aprisionado.

Agarré sus huevazos con una mano y la base de su pene con la otra, y comencé a masturbarle al tiempo que me introducía en la boca semejante anaconda. Comencé a mamarle el pene como si no hubiera un mañana. Retorcía mi lengua por su grande y bajaba hasta donde podía. El sonido de su respiración se mezclaba con el de mi saliva corriendo por su tronco. Ambos estábamos desenfrenados, con muchas ganas.

Dylan apoyaba sus manos en la puerta mientras su pelvis se acercaba cada vez más a mi cara, obligándome a tragar más y más de su pene. Mi boca se dejó penetrar cuando empecé a notar el zarandeo de sus caderas, sacando y metiendo a buen ritmo su rabazo hasta la campanilla. Aparté mis manos y las coloqué en algún lugar entre su pelvis y sus nalgas.

Su pene, lleno ya de mis babas, entraba y salía sin cesar. Me ahogaba con ella. La mandíbula me dolía de abrir tanto la boca. Mi tráquea se sorprendía con su glande a cada estocada. Y sus cojones chocaban contra mi barbilla mientras su pelambrera me rascaba la nariz.

Dylan: sí, traga, traga - mascullaba Dylan con su mirada puesta en mí.-

Comencé a atragantarme y tuve que empujarle con las manos para poder sacármela, ya que mi cabeza estaba apoyada completamente en la puerta. Tosí un par de veces y comencé a mamársela de nuevo a un ritmo más relajado, ahora controlando yo.

Dylan: venga, cómeme el pene - me ordenó mientras se daba la vuelta torpemente por culpa del poco espacio, y se bajaba los pantalones del todo. -

Sus tímidos gemidos resonaban mientras mi lengua se ocupaba de recorrer cada milímetro de su pene. Metía la punta lo más profundo que podía y le estimulaba a lengüetazos.

Me apoyó contra el inodoro y me subió el vestido, cambiando de rol y siendo ahora él quien me comía el culo.

Su babeante pene chocó contra mi húmeda vagina, recorriendo su perímetro. La paseaba por mi hasta que, en una de esas idas y venidas, la punta de su pene se hundió en mi dilatado agujero con una facilidad pasmosa.

La hija de Tommy Lee Donde viven las historias. Descúbrelo ahora