Cuatro largos años habían pasado desde aquel acontecimiento de la visita del guardián a la pequeña, la familia real estaba reunida en la habitación principal, dado que era una noche especial hacia unos horas atrás el reino de Arendelle había celebrado el nacimiento de la segunda hija de los reyes.
—¿Elsa, quieres ver a tu hermanita?—la dulce voz de la madre captó la atención de una pequeña rubia un tanto inquieta.
—¡Sí, por favor!—exclamó la pequeña infante corriendo a donde reposaba la reina con la nueva princesa de Arrendelle.
Los ojos azules de la chica detalle cada rasgo de su hermana menor.
—¡Qué linda es!—dijo, el rey observándo a la recién nacida.
—¡Oye!—la pequeña Elsa, se quejó haciendo un puchero en sus labios.
Está acción provocó una suave risa de los adultos, él llevo su mano hacia la cabeza de la niña rubia despeinandole.
—Tú también lo eres, corazón—le aclaró, cargando a la infante entre sus brazos.
—¿Mami, cómo se llama?—preguntó, en un toque de curiosidad Elsa.
—Se llama, Anna, la pequeña Anna—respondió, la reina mientras le acaricia la mejilla a la susodicha.
—Elsa, ya es hora de irte a dormir—demando su padre, bajandola de su regazo pero sin antes darle un beso en la mejilla a la menor.
—Esta bien, madre y padre buenas noches—se despido haciendo una pequeña reverencia para salir de la habitación.
En otra lugar de Arendelle
Un chico de cabello blanco estaba ansioso por traer el invierno una vez más a ese reino además que tenía curiosidad de volver a ver a la pequeña niña.
Por lo tanto ante de hacer cualquier otra cosa, tomo la decisión de ir a visitarla, así que no perdió el tiempo y emprendió el vuelo hacia el castillo.
Al llegar se acercó a la ventana donde hace cuatro años atrás había visto a la pequeña, al apoyarse contra el cristal pudo divisar que todo seguía igual, la única diferencia era que ahora hay una cama.
La puerta de la habitación se abrió dejando ver una pequeña silueta de una niña.
Elsa camino al interior de su alcoba con una pequeña sonrisa de felicidad porque ahora tenía una hermanita a la cual cuidar.
Esa noche particularmente la luna ilumina con mayor fuerza, entrando por la ventana una gran cantidad de luz de está.
Ella se acercó para mirar mejor, el guardián pensó en irse de inmediato para no asustarla pero no lo hizo de hecho cuando la niña se acercó lo suficiente.
Se sobresalto pegando un brinco en su lugar al verlo, el de cabello blancos sonrió tratando de que Elsa no se asustará más y terminara llamando a sus padres.
—¿Puedes verme?—fueron las únicas palabras del guardián.
Ella sólo sonrió en su dirección, eso quería decir que si podía verle.
[...]
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Holaaaaa, mis dulzuras aquí les traigo un nuevo capítulo de esta hermosa historia.
Espero y les guste el capítulo, ya sé, que fue algo cortó.
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