¡Espías!

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Los dones en la sociedad estaban vistos y relacionados con el espionaje para los gobiernos. El gobierno ruso tenía, usualmente, a los espías más salvajes pero más notorios, mientras que el gobierno japonés tenía un divertido abanico de posibilidades. Los agentes secretos eran bien pagados, principalmente porque sus tareas siempre invocaban que podrían conocer la muerte en un abrir y cerrar de ojos. 

Y a veces se daban esas pequeñas circunstancias donde las misiones eran tan complicadas, que debían unir a dos espías para lograr el objetivo. 

Esta vez era una de esas veces. Ochako inspiró hondo mientras ingresaba a la habitación. Llevaba un vestido ajustado de color negro que hacía juego con el sombrero de encaje que cubría la parte derecha de su rostro más unos tacones. En el ligero que tenía en su pierna tenía una daga y una granada adaptada para ser de una explosión controlada. 

— ¿Me llamó, señor Nakamuri? 

Él se giró en su silla y asintió, mientras encendía uno de los puros que había en la parte de encima del escritorio. 

— Sabes que necesitamos la información que tiene el consulado de china,  ¿no? es la información de la liga de terroristas que hay. Recibirás una invitación, si aceptas a la fiesta que será hoy a las 20 horas. 

Ochako asintió sin hacer ni un movimiento más. Sabía que esa era una misión de alto rango, porque se necesitaba de manera urgente la información. Y de alguna manera, la aterraba que le tocara a ella. 

— Has sido asignada para esta misión. Si aceptas, el dinero en bruto son dos millones y medio de yenes. Irás con un compañero y se te dará armamento nuevo, Uravity. 

— Trabajo mejor sola, señor. — cortó Ochako. Le daba risa que le llamaran con su nombre falso. 

— No es una pregunta que trabajarás con el señor GroundZero. 

Oh, no. 
Mierda. 

Él salió desde el lugar poco iluminado y miró a la castaña con cierta mirada desaprobatoria. Ella lo ignoró y prestó total atención a jefe. 

— Ambos tienen aquella misión. Regresar con la mayor cantidad de documentos que sea posible, y si pueden copiar discos duros en unidades USB, sería de gran ayuda para la organización. 

Ella asintió y se retiró lo más rápido que pudo, esquivando la rojiza mirada que él le estaba dando. Prefería huir de manera cobarde mientras pudiera. 

Sorprensivamente, no costó salir sin que él la viera pero en cuanto iba a mita de camino, él se unió a su caminata. Ella no se sorprendió porque se lo esperaba. 

— ¿Me darás una oportunidad para que hablemos?

— No. — respondió de manera seca. 

— Por Dios, señorita Uravity. Terminamos hace mucho ya. 

Pero a Ochako aún le dolía y aunque ella no lo sabía, a él también. Ella se quitó ideas de la cabeza y suspiró mientras pasaba a la florería e ingresaba al callejón. 

— ¿Sí podemos hablar?

— No me molestes en mi tiempo libre. La misión comienza a las diez y espero que llegues a la hora. 

Ella no dijo nada más, pero con maestría dio un salto, se colgó a un fierro y se impulsó hacia arriba, yéndose lo más rápido que pudiera. 

Bakugou suspiró mientras la veía irse. Quería hablar con ella desde que habían terminado, pero sencillamente no podía suceder porque a él lo mandaron como espía internacional y Ochako se quedó haciendo misiones más arriesgadas, pero nacionales. 

Nosotros  ✧Kacchako Week 2020✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora