♣♥♣
Despertó cuando un tacto helado, mas no molesto, se acentuó en su mejilla.
Sonrió con ternura a pesar del letargo en su cuerpo. No necesitaba abrir los ojos para saber de quién se trataba.
Edward. Su novio.
— Buenas tardes — le dijo sonriendo como el bobo enamorado que era. Bueno no pueden culparlo, tiene al mejor novio del mundo.
Observó atentamente esos hermosos ojos dorados, que le miraban con diversión y ternura, y un brillo más, que también amaba ver en él.
— Buenas noches, cachorro — respondió Edward, con una sonrisita burlona. Eso lo sobresaltó. Mierda. Se supone que se echaría un rato para esperar a que regresara de cazar, no que se quedaría dormido como todo un perezoso.
— Lo siento, ¿llegaste hace mucho rato?
— Dos horas más o menos — puso un rostro de culpabilidad y continuó disculpándose mentalmente, a sabiendas que él le escucharía — tranquilo, no quise despertarte, te veías muy cansado ¿mucho trabajo en la manada?
— Sam está muy estresado últimamente. Estuve tentado de ir a acusarlo con Emily en la quinta ronda de la madrugada — aquel comentario hizo reír a Edward. Le encantaba verlo reír o solo sonreír, se veía más hermoso de lo normal. Y eso no era bueno para él, no para su salud mental.
Si meses atrás le hubieran dicho que terminaría imprimado de un hermoso y sexy vampiro, habría mandado a la mierda a esa perdona con un par de dientes rotos. Pero aquí estaba, enamorado hasta la médula de aquel que consideró su enemigo eterno, a quien pensó que odiaba profundamente y que siempre sería así. Agradecía sinceramente al destino, o a lo que fuera que lo puso en su camino, como su alma gemela, su otra mitad.
Sabía que la imprimación había hecho lo suyo, pero eso fue sólo para juntarlos, el hecho de que ahora lo amara con locura, era cosa de todo lo que habían vivido, de la personalidad del vampiro, de su forma de ser, su manera de tratarlo. En cada momento que pasaban juntos sentía que lo amaba un poco más que antes.
Diablos, estaba realmente tan jodido y no se arrepentía de ello.
La risita ahogada de Edward lo regresó a la realidad, tenía demasiado tiempo mirándolo como un tonto.
— Estas pensando cosas cursis otra vez — dijo dándole una mirada divertida, aún sentado en la orilla de la cama.
— No puedes culparme, tengo un novio demasiado hermoso y... sexy — ahogó una risa queriendo sonar sensual, mordiendo su labio inferior sin dejar de mirar esos posos dorados que le encantaban tanto.
Estaba enamorado de cada pequeño espacio de su etéreo ser.
— Eres un pequeño cachorro atrevido — le encanta que le llamara así, le ponía un tanto... ¿Cómo decirlo sin que sonara como un pervertido?, y él lo sabía, por eso lo hacía constantemente, más si estaban solos, y por el silencio en ese lugar que era sumamente ruidoso, suponía que lo estaban en este momento, y eso no era una muy buena combinación. Al menos Edward no saldría intacto de allí si seguían con sus sutiles intentos de coqueteos.
— Mmm... — pero demandenlo, por seguirle la corriente, al fin y al cabo, ya estaba lo suficientemente perdido por su pálido chico — pequeño vampiro travieso, si supieras que puedo llegar a ser, no sólo tu novio cursi.... Te sorprenderías — su voz salió más baja y ronca de lo normal. Su mente llenandose de cosas poco inocentes, que sin duda alguna llegarían a la cabeza del vampiro, gracias a su don.
Levantó una ceja con sorna, al ver el efecto, que tuvieron sus palabras y pensamientos, en el contrario. Edward tragó y se sentó más erguido, imperceptible para otros, pero no para él que estaba atento a todos sus movimientos.
ESTÁS LEYENDO
Bendición De Luna [El Secreto De Jacob]
De TodoEdward Cullen sólo quería saber qué carajos pasaba con Jacob Black, aquel lobo prepotente al que tenía como enemigo por naturaleza y rival en el amor. El cachorro de un momento a otro empezó a actuar más raro que de costumbre y aquello tenía al vam...