Había tantas tramas mezcladas en su vida, estaba mareado. Las mentiras le salían solas de su boca. La trampa se le había hecho un vicio. Ese día llegó a su casa agotado. Sostener todo lo que había armado se le estaba haciendo una carga inaguantable. Las lagrimas caían de su rostro lentamente mientras se miraba en el espejo.
—A ti no te voy a mentir jamás —le decía a su reflejo.
El llanto crecía más y más en la habitación.
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