Intenta sonreír

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--¿Estás segura de esto, Marinette?

--Por supuesto que sí, Alya. Su madre está de viaje de negocios, y ella jamás, en toda su vida, ha estado en una fiesta de pijamas. ¡Es prácticamente nuestro deber sagrado como amigas poner solución a una injusticia así!

--Por mí, de acuerdo --Rose alzó la mano con vehemencia para dejar constancia de su voto por el "sí".

--¿Y no te molesta ni un poco que ella...? ¡Ya sabes! --Juleka gesticuló, agitando las manos frente a ella, antes de continuar con un murmullo apagado--. Que salga con Adrien.

A ninguna le extrañó la pregunta --si acaso, el hecho de que Juleka se atreviera a formularla--, pues la relación de Marinette con su hermano Luka no había llegado a buen puerto por la incapacidad de Marinette para superar el que había sido su primer amor. Pero ya había pasado tiempo de aquello, y su amistad con Adrien y Kagami parecía haber vuelto a repuntar.

--Un poco --reconoció la azabache, haciendo una mueca.

--¿Todavía sientes algo por él? --Mylene le propinó unas palmaditas comprensivas en la espalda.

--No; es que ella me parece cada vez más guapa y me da rabia que su corazón ya esté ocupado --soltó Marinette en tono jocoso, provocando que todas rieran--. Ahora en serio, chicas: lo de Adrien por fin va quedando atrás, y no pienso perder la amistad de Kagami por eso. Es una chica genial, aunque le cuesta mucho hacer amigos: ha estado muy sola hasta ahora.

--Y aquí estás tú para echarle una mano, ¡nuestra querida Ladybug cotidiana! --Alya la rodeó con el brazo, estrechándola con cariño--. Eso habla muy bien de ti.

--Bueno, entonces, ¿todas de acuerdo en incluir a Kagami en el plan? --zanjó Rose, volviendo a levantar el brazo.

Las demás secundaron el gesto de inmediato, haciendo sonreír a Marinette.

--Ahí llega Kagami --advirtió Mylene.

La japonesa saludó al pasar junto al grupo: dedicó una sonrisa cálida a Marinette, que se convirtió en aquella especie de mueca forzada que le salía cuando trataba de parecer amistosa de forma consciente cuando miró a las demás. Iba vestida con su uniforme de esgrima y cargada con su mochila de deporte, pues llegaba con el tiempo justo al entrenamiento.

--¡Kagami! Espera: justo queríamos hablar contigo --la llamó Alya.

La mueca pareció congelarse en el rostro de la chica, que se apartó el pelo de la cara con gesto nervioso.

--¿Conmigo? --lanzó una mirada interrogativa a Marinette, que le sonrió para transmitirle que todo iba bien.

--Vamos a hacer una fiesta de pijamas esta noche en mi casa; mis padres están de viaje, y Nora se lleva a las gemelas a su apartamento, ¡así que tendremos la casa para nosotras! Pizza, pelis, videojuegos... Lo que nos apetezca --hizo una pausa para recolocarse las gafas, que se habían deslizado por su nariz--. Y bien, ¿te apuntas?

Kagami había escuchado el plan con aire cortés pero indiferente, hasta que al final entendió que aquello implicaba una invitación. Abrió mucho los ojos, su boca formó una "o" sorprendida, y se llevó la palma de la mano al pecho para preguntar con incredulidad:

--¿Yo? ¿Estoy invitada?

--¡Claro! --aplaudió Rose.

--Contamos contigo --afirmó Mylene.

--Lo pasaremos bien --murmuró Juleka.

Las mejillas de la japonesa se colorearon de golpe, y su sonrisa por fin se asemejó a una verdadera. Pero luego dejó salir todo el aire de sus pulmones, como si aquella ilusión se desinflara de repente al chocar de lleno con la realidad, y bajó la cabeza al responder:

Yo nunca dudo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora