Capitulo 3

10 2 0
                                    


Me gustaba mucho la navidad, era tan bonito ponerse ropa nueva, cenar con la familia, abrir los regalos y salir a ver los fuegos artificiales. Para la navidad en la que tenía diez años mi mama había ahorrado dinero para regalarme un juego de cocina con comida, era el típico horno con estufas y repisa de plástico, también tenía comidas de plástico y utensilios para fingir cocinarlos. Yo estaba súper feliz de tenerla y jugaba con ella a todas horas, era de las pocas cosas que tenia intactas así que la cuidaba con mi vida.

Alrededor de agosto del año siguiente una de las luces de mi habitación había dejado de funcionar y como era muy alta estuve un tiempo largo sin ella .

El problema vino cuando empecé a olvidar que no tenía que tocar esa tecla ya que no funcionaba. Pero la costumbre hacia que cuando entraba a mi habitación primero intentara prender esa luz, mi padre empezó a molestarse bastante ante mi error, pero no hacía más que reprenderme.

El día que estallo mama estaba en su segundo turno del día en la cafetería, no había podido llevarme con ella así que me quede en la casa con mi padre.

Estaba coloreando un libro en la mesa de la cocina cuando me quede sin punta en uno de los colores, fui a mi habitación a buscarlos y presione sin darme cuenta la luz que no funcionaba.

-¿Abigail cuantas veces te eh dicho que no toques la maldita luz? Es que no puedes seguir una simple orden ¡Carajo!.- Grito mi padre desde su habitación.

-Lo siento papa, solo venia a buscar unas cosas.- Conteste rápidamente y salí de la habitación.

Cuando empecé a caminar me di cuenta que había dejado la llave de luz abierta así que deje las cosas en la mesa y volví para apagarla.

-¡Mierda! ¿Qué carajo te dije niña estúpida? No-toques-la-maldita-llave-de-luz. ¿Es que acaso eres retardada?.- Pregunto mientras venia en mi búsqueda.

-Lo siento es que cuando salí vi que hab...- Trate de explicar la razón por la que había vuelto a presionarla pero ya no le importaba.

-Mete tus escusas por tu trasero, estoy harto de escucharte. ¿Por qué no vienes y te muestro lo que sucede si no haces lo que te digo?.- Dijo mientras caminaba a mi habitación.

Lo primero que vi cuando salió fue mi cocina de juguete caer al suelo.

Lo siguiente que vi fue su pie caen encima.

-¡No papa lo siento, para, para!.- Trate de gritar para que se detuviera.

-Ahora aguántate Abigail, te eh dicho mil veces que no toques la luz, tal vez esto te de un mejor escarmiento.

No paró hasta que estuvo irreparablemente rota, igual que yo.

Cuando termino se dio la vuelta y mirando hacia mí dijo.

-Ahí tienes tu lección, aprende y no ocurrirá otra vez. Límpialo y ve a tu habitación.- Indico para luego dejarme sola y llorando.

Definitivamente ese fue el punto de quiebre para mí.

No podía entender como un padre podía hacerle eso a un hijo, se supone que él debía ocuparse de mí y hacerme feliz, no destruír todo lo que amaba y añoraba.

Cuando mi madre llego esa noche le conté lo que sucedió y prometió que iba a hacer algo para cambiar nuestra situación. Confiaba en ella, la amaba pero no sabía si íbamos a salir ilesas de esa casa.

----------------------------

En los próximos meses mi madre encontró un trabajo en una empresa como recepcionista, ganaba más dinero así que podía ahorrar un poco a escondidas de mi padre.

En Abril cumplí once años y comencé a tener ataques de pánico y ansiedad social, mama no sabía cómo ayudarme así que consiguió cita con un psicólogo.

Al principio no quería ir, hablar con un extraño de mis cosas personales no se sentía bien, pero con el tiempo fue sintiéndose más correcto, su nombre era Germán y tenía unos veintisiete años más o menos. Siempre escuchaba lo que tenia para decir y no me juzgaba, por primera vez en tantos años podía decir exactamente lo que cruzara por mi mente sin miedo a una reprimenda.

Rápidamente se hizo un lugar en mi corazón, con mi confianza ganada fue mas sencillo trabajar en mis problemas de ansiedad y pánico, poco a poco hicimos ciertos trabajos sobre mi autoestima, mi relación con mis padres y mi colegio. Además ir a sus sesiones me sacaba tiempo en casa así que tenía un par de horas por semana para relajarme.

A veces trataba a mi madre para aconsejarla sobre la violencia en mi casa, mi padre nunca venia a mis sesiones ya que según el perdía mi tiempo y mis problemas emocionales eran para llamar la atención.

Una de las terapias que iniciamos fue la lectura de libros juveniles, me gustaba mucho leer los libros de mi madre así que cuando me regalaron mi primer teléfono y me cree perfiles en redes sociales descubrí que había gente que subía libros a las paginas y podías leerlos, podía pasar horas leyendo sin enterarme de mi alrededor así que eso me ayudo muchísimo para no tener problemas en casa.

Cuando se acercaba noviembre y estábamos volviendo de una de mis sesiones con Germán, mi madre quiso hablar sobre algo.

-Necesito contante que ya eh reunido el dinero para poder mudarnos.- Dijo mi madre un poco nerviosa.

-Eso es genial ma, ya viste alguna casa? – Pregunte un poco asombrada, debía haber trabajado muchísimo para reunir el dinero en ese tiempo.

-No, solo mire los catálogos web, quería avisarte primero para que fueras a verlas conmigo.-Contesto mucho más tranquila.

-Cuando tengas tiempo libre podemos buscar juntas, mientras papa no está alrededor.- Le dije mientras caminábamos por la acera.

-Claro hija, eso estaría bien.- Contesto pasando un brazo por mis hombros para abrazarme.

-Gracias por hacer esto mama, por fin vamos a ser felices y comenzar de nuevo.- Conteste abrazándola más fuerte.

Después de tanta tristeza y dolor podía ver un futuro cercano en donde éramos realmente felices y teníamos paz.

Breaking My WallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora