—lo que sea dices?– –si maestro..–
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La escuela nunca fue divertida, de hecho, la mayor parte del tiempo parecía una prisión para los jóvenes.
Un lugar de aprendizaje donde el aprendizaje no era más que una prueba de vida entre números y notas que clasifican tu posición en listas. Donde estar entre los primeros no es más que una guerra para muchos y una prueba social donde, si no cumples con los requisitos mínimos tan básicos como ese, no estás hecho para ser alguien.
Por ende incluso un mínimo en alguna nota el pedir algo como una segunda oportunidad con trabajos y exámenes extraordinarios se vuelve un requerimiento necesario y la más común entre la mayoría de los estudiantes.
Pero...
Que pasa cuando ninguna de esas opciones son posibles, cuando el profesor se niega a dar segundas oportunidades.
Cuando, lo que te pide va más allá de tus manos y de la escuela.
(...)
Una mañana más, un día más.
Jungkook se encontraba en la escuela pasando entre aquella multitud que interrumpía los pasillos del colegio, estresado pensaba en lo descuidado que había estado siendo, ya no era de los primeros en las listas, de hecho ni siquiera de los primeros 20 y podría jurar que casi entraba entre los números 30.
Quedaba nada de lo que había sido en su antigua escuela, la razón de su estancia en esta de echo pues como prueba de su excelencia le habían otorgado una beca que cubría casi el 80% de los gastos y esto incluyendo libros y uniforme, estaba conciente del peligro que corría perderla pues su madre tampoco tenía un gran empleo por lo que esté no le generaba un buen sueldo y ni el trabajando junto a ella quien era la única que cuidaba de el podría pagar todo lo que cubría la beca.
Tendría que encargarse de eso sí o sí, iniciando por hablar con sus profesores y asegurarse de que una segunda oportunidad le dieran con trabajos, en especial con aquel que todo mundo tenía en su escuela, aquel que era un dolor de cabeza calificando y que no le temblaba la mano para reprobar a sus estudiantes.
Su compañero de asiento y también amigo hacía retirándose en su asiento cuando vio llegar a Jungkook.
—llegaste, otra ves tarde por eso vas mal, bobo– exclamó.
—no llegué tarde jimin, el maestro aún no llega además no tienes que recordarme lo, mi mamá estará molesta si se entera–
Ya sentado ambos hablaban de trabajos, tareas o de cualquier cosa que fuera a parar a sus ojos, los lunes como costumbre eran agobiantes por lo que antes de sus clases algo de distracción no estaba de más.
El salón permanecía en ruido, cada grupito hablando o simplemente uno que otro hacían metidos en su mundo.
—hablando de el– con ironía soltó.
Entró el maestro dando los buenos días y haciendo que automáticamente el salón estuviera completamente en silencio, este era, al menos por su carácter y su manera de calificar respetado porque, tratándose de uno que otro rumor su fama entonces bajaba, sin mencionar la envidia que generaba entre los chicos al llevarse la atención de las chicas.
La clase ya en silencio observaba cada movimiento del profesor quien sacaba y acomodaba sus cosas mientras daba pequeñas miradas para saber si alguien había faltado, los asientos eran exactos por lo que saberlo realmente no era difícil.
Al ver que estaban todos se sentó levemente sobre el escritorio mientras revisaba la lista donde anotaba los trabajos que le entregaban.
—bien– una vez terminó dejó sus cosas de lado para comenzar su clase.