CAPÍTULO V

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       Uno de los médicos de la legión vertió vino sobre la herida de su brazo izquierdo . Tito gimió . La herida le escogía horrores .

         - Es para limpiar la herida .

         Acto seguido se la tapono con un trapo y le vendo la herida .

        - ¿ Me quedará bien el brazo ?

        Habia luchado durante tres rondas , y su escudo quedó tan astillado , que cuando un franco le atacó con un hacha , destruyó lo que quedaba de su escudo y le hizo un corte en el brazo . A pesar del dolor y fruto de la adrenalina , Tito le clavó la punta de la espada en el lado izquierdo , atravesando costillas y corazón .

         -  No lo sé . Puede que sí o puede que pierdas algo de movilidad en el . Los próximos días lo sabremos   - le dice el médico , el cual portaba una espada en su vaina .

       < ¡ Los próximos días ! Eso será si llegan los refuerzos . Aún me parece increíble que hayamos resistido otro día > piensa ya sin esperanza mirando el atardecer .

        La mitad de su centuria había causado baja , entre muertos y heridos . El centurión Batiato seguía vivo , al igual que Mardonio y Flavio . Su amigo Tulio había muerto , llevándose por delante a su asesino .
         En cuanto a la legión , ante el empuje de los bárbaros francos , se habían retirado hasta el centro del campamento y formado un enorme cuadro , dejando en el centro a los heridos , junto a las insignias de la legión y los caballos que no habían sido capturados por los francos .
        Ahora que los francos se habían retirado a su campamento seguían aún en el centro . No había una empalizada a la que volver .

         ☆☆☆☆☆☆☆☆☆

          De los pocos caballos que la legión conservaba , Centauro era uno de ellos . Cojeando por una herida en su pierna derecha , echa por una jabalina franca , Aecio se acerca a su caballo .

        - ¡ Hola muchacho ! ¡ Me alegro de verte ! - le dice en voz baja a Centauro mientras le pasa la palma de su mano sobre el lomo , acariciando al animal con suavidad .

         - < ¿ Qué haré en el caso de que los francos ganen ? ¿ Seré capaz de quitarle la vida , para evitar que un sucio franco lo  tenga ? > Solo pensar en matar a tan noble animal se le encogia el corazón .

         ☆☆☆☆☆☆☆☆☆

          La armadura corporal plateada cae al suelo , cuando Valerio se desprende de ella . Con el sentimiento de frustración y la aceptación  del inevitable final , Valerio prefiere morir  en combate o llegado al extremo caer sobre su propia espada y morir como un romano , antes que ser prisionero y ser sacrificado de forma cruel a un Dios bárbaro .
          < Solo hemos conseguido aguantar tanto tiempo a un enemigo superior en número ,  gracias  a la férrea disciplina de las legiones y al entrenamiento  duro al que son sometidos los legionarios . Pero todo tiene un límite . Mañana sucumbiremos , pero nos llevaremos con nosotros a tantos co.o podamos >
        Valerio cierra los ojos y piensa en sus amadas esposa Claudia y su hija Julia , y se  lamenta por no haber pasado más tiempo junto a ellas . Aunque Claudia es hija de un patricio de provincias y sabe que su suegro cuidará bien de su familia , Valerio lanza una súplica a la Diosa Cibeles , para que también interceda y cuide de su familia .
       
        - Mañana será nuestro fin - se lo dice en voz baja al prefecto Macro y a los cuatro tribunos supervivientes .

        El prefecto Macro tenía otra herida más en su cuerpo .

          - Entonces señor , les  mostraremos a los francos el camino de la laguna Estigia . Todos sabemos  la suerte que tendremos si nos cogen con vida - asevera el prefecto Macro .

LA  LEGIÓN  HISPANA  - Escrito por Jesús Quintela Navazo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora