Reina del Abismo

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Le esperaba un viaje triste y largo.
Sólo él podía llevar todo ese cargo.
Su amo le había dado el importante encargo:
Conducir la Diosa a un eterno letargo.

Bajaron del caballo, la noche era oscura.
Llegó el momento, pero antes, un signo de ternura.
Le caricia la mejilla, y ella se siente más segura.
La proclama Reina del Abismo, ella se amanta en la negrura.

El sueño llega, ella se tumba y está lista.
Entra en su nuevo mundo, detrás del velo, tan poco dista.
Lágrimas que impiden la vista.
Él sigue mirando, esperando que el amor de ella persista.

Y desde aquel momento, sólo se encontraron en los sueños.
Del universo onírico ellos eran los dueños.
Ella, Reina del Inframundo, por los ancestros adorada.
Él, la Muerte misma, que el ser humano despreciaba.

La noche es su paraíso.
Allí su amor queda indiviso.

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