Jugando con el Diablo [Saga Entre Cielo E Infierno #01]

01 ─ desde cero

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟏

𝐃𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐜𝐞𝐫𝐨

𝐉 𝐔 𝐋 𝐈 𝐀 𝐍 𝐍 𝐄

Ese momento exacto que sabes que arruinaste todo, de una manera tan desastrosa y baja que estás todavía más consiente que arreglo no hay, pero, eres tan terriblemente orgulloso que jamás se te pasaría por la cabeza admitirlo en voz alta. Bueno, me encuentro justamente así.

Quizá un poco paralizada por toda la blasfemia que profería el hombre sentado frente a mí, con arrugas de expresiones no tan agraciadas, ya que su enojo no disminuía, si no que aumentaba.

Lo primero que pensé es que podía darle un infarto, luego recapacité, es demasiado hijo de puta para irse tan pronto. Lo regresarían del infierno en cuanto pusiera el primer pie ahí. Lo segundo, es que había metido la pata hasta el fondo y creo que nunca lo había visto tan enojado, al menos, no conmigo.

Y eso hacía que me sintiera un poquito mal, no obstante, eso no era lo que me tenía en silencio.

—¿No estás hablando en serio, verdad? —inquirí, interrumpiendo cualquier cosa que decía, pero no había escuchado.

—¿Ahora crees que bromeo? —soltó secamente, alzando una ceja de manera inminente.

Parpadeé una vez.

Por supuesto, Jhon Brownbear, en su posición de jefe, nunca bromeaba —desearía que lo hiciera— pero tampoco lo creía así, no conmigo, no con su hija.

—Papá... señor Brownbear... —corrijo, sin todavía salir de mi estado de letargo —. ¿De verdad me vas a hacer esto? —cuestiono incrédula.

—¿Julianne, por primera vez en tu vida estás consciente del peligro y la irresponsabilidad que corriste? —alterca sonando todavía más enojado.

Si.

—¡Fue un accidente! —exclamo, exaltándome un poco.

—¡Un accidente en el que casi mueres! —también se exalta violentamente, haciendo que me encoja en el sillón.

Era una simple charla entre jefe/empleada, ahora lo siento peor que eso, es peor que eso. Me está despidiendo. Mi padre, me está despidiendo de mis años de trabajo, de mis años de formación y estudio. Está lanzando todo lo que he hecho y logrado por la borda.

No puedo permitirlo, simplemente, no puedo.

—¡Estoy aquí! ¡Todos están bien!

Ríe. Su risa recorre mi espina dorsal, porque es una de esas risas irónicas, de las cuales no quieres escuchar, no viniendo de hombres cómo él.

Jhon Brownbear, lentamente apoya sus palmas en su fino escritorio de cristal y se levanta con parsimonia, sin dejar de reírse suavemente como un psicópata. Sus ojos verdosos compactan fríamente con los míos, me está diciendo todo con ellos y no me gusta lo que veo.

—¿Quién te dijo a ti qué podías navegar ebria? O, mejor dicho, ¡¿Con qué maldita autorización coges el barco familiar?!

»Te crees lo suficientemente mayor para a hacer lo que te da la gana, pero no es así, eres una niña malcriada, cuando se supone que debes ser una mujer —dice.

Sus palabras no me deberían doler, pero lo hacen. Todo lo que él puede llegar a decirme, sea bueno o malo, para mí es lo más importante del mundo. Y odio que me esté destruyendo tan rápidamente, solo con palabras.

—Solo quería distraer a mi amiga, con una pequeña fiesta... —intento por décima vez justificarme, a pesar de ello, no le importa y vuelve a tomar el mando.